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La titular del Juzgado de Instrucción 1 de Ribadavia decreta prisión provisional, comunicada y sin fianza por un presunto delito de homicidio, tal y como había solicitado la fiscalía, para Cristina Rodríguez Veloso, de 26 años, que llegaba al filo de las diez de esta mañana a los juzgados esposada y ocultando su rostro bajo una chaqueta. Mientras los geos y equipos de la Guardia Civil buscaban el móvil de la víctima en el embalse -ha sido localizado y están pendientes de confirmación, puede ser una de las claves de la investigación-, ella entraba en el juzgado con el mismo pijama del Sergas que le dieron el lunes en Psiquiatría. Finalmente ha decidido no declarar pese a haber confesado ya que asesinó al barcelonés.
La detenida, que ingresará en Pereiro de Aguiar, debe permanecer en cuarentena en prisión cinco días, en el caso de que esté vacunada. De lo contrario, y debido al protocolo covid, ese plazo se amplía a dos semanas. Después pasará al módulo de mujeres en donde hay otras 20 internas.
La joven de Cortegada reconoció ya haber asesinado a José María R.Z. el 24 de agosto de este 2021. El hombre, un catalán de 53 años, era un ligue que había conocido por una aplicación de internet. Empezaron a chatear y él decidió visitarla en su casa de Rabiño. Ella lo recogió y entraron en la aldea de la que él nunca saldría: después de cuatro días juntos, Cristina le dio unas pastillas para que se durmiese y lo asfixió con una almohada. Tras ello, calcinó su cuerpo y lo separó por partes con una pala. Algunas extremidades las enterró en su jardín, otras se buscan en un monte cercano. Además de un pie y una mano, también se hallaron vísceras y algunos restos de cenizas que están siendo analizados para ver de qué partes se tratan.
La incógnita sobre el móvil, el porqué lo mató, no está clara porque la detenida muestra constantes contradicciones. A la espera de conocer si padecía o no problemas psiquiátricos, la Guardia Civil señala que “en principio no discutieron” pero en diferentes momentos ella también afirmó que él “no se quería ir de allí” y que “era muy agresivo”.
Este miércoles, durante toda la mañana, el equipo de criminalística del Instituto Armado estuvo buscando el cuerpo de José María R.Z. Ella se mostró colaborativa, pero la tarea fue ardua porque tuvieron que desplazarse a diferentes lugares y buscar no solo extremidades enterradas, sino también ceniza en la superficie.
El dispositivo se había activado el martes, cuando se encontró el pie de la víctima. Un día antes, la detenida acudió a la Unidad de Psiquiatría del CHUO y, tras sufrir un brote, afirmó que había encontrado muerto a José María y que se había asustado y lo había calcinado. Sin embargo, fue ayer cuando confesó finalmente haberlo asesinado. La investigación llevaba abierta meses, desde que la madre de la víctima denunció su desaparición el 27 de agosto, cuando su hijo no regresó a Castelldefels.
La Guardia Civil ya se había acercado anteriormente a Rabiño y había recibido llamadas de las vecinas de al lado, que afirmaban que a finales del mes de agosto alertaron de que en casa de Cristina se estaba incendiando la chimenea y que “olía fatal”.
El equipo que investiga el caso tiene en cuenta que Cristina Rodríguez y su hermana fueron víctimas de abuso sexual cuando eran niñas por parte de su padre. Aunque solo denunció su melliza, ella pudo verse afectada (sufre depresión) desde ese episodio.
El alcalde de Cortegada, Avelino de Francisco, lamenta el suceso “porque nunca en la historia del concello de Cortegada había ocurrido un acto criminal semejante”. Cree que pudo haber influido la condición psiquiátrica de la detenida: “Estaba en tratamiento, razón por la que cuando se separó de su pareja, el padre se quedó con la custodia de la niña”, explica. Ahora reside con ella en Vigo, lejos de la escena del crimen. Además, señala que la detenida tampoco solía trabajar por la misma razón, aunque fuentes cercanas afirman que había comenzado hace poco en una panadería.
El regidor de Cortegada recuerda también a la familia de la detenida, “conocidos por todo el mundo en el pueblo”. Asegura que hija, hermana y madre estaban muy unidas, “le acompañaron cuando se separó de su compañero”.
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