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El virus sigue sumando víctimas. El Pato Rojo de Oira, el conocido negocio hostelero con más de 20 años de historia a orillas del Miño, baja la persiana. El covid, así como la falta de colaboración de las administraciones son, según sus dueños, los principales culpables del cierre.
"O verán foi ben, dentro das limitacións, pero agora estamos peor que antes e estamos cansados, esa é a palabra", asegura Manuel Gómez, uno de sus dueños. Junto con su mujer, Margarita Vázquez, y su cuñado, Julio Vázquez, se despide estos días del negocio que los tres pusieron a funcionar en 1999. La puntilla: una multa de la Seguridad Social. "Para ter ao persoal en ERTE tes que telos 6 meses, o que non ten nun negocio de tempada coma o noso. O que nos aforramos, xa o gastamos na multa", añade.
Atrás quedan imágenes para el recuerdo, de tardes y noches de calor con la terraza completa y con el olor de los pimientos, los chipirones y las tortillas como telón de fondo. "Aquí hai clientes que empezaron a vir cando eran novos cos amigos, despois viñan cos libros e estaban aquí case toda a tarde e agora veñen cos seus rapaces", apunta Julio Vázquez. "Isto era unha institución", sentencia Gómez.
Entre las anécdotas, matrimonios separados que seguían acudiendo al local con nuevas parejas o clientes que evitaban a sus cónyuges. "Aquí chegaba a chamar a xente para saber se estaba fulanito, e se non estaba, viña", explican los dueños.
El futuro de la hostelería
Los propietarios del Pato Rojo auguran un futuro negro para la hostelería tras este 2020. "A hostelería está morrendo e ninguén fai nada para arranxalo", explica Vázquez. "O covid vai acabar con moitos negocios en Ourense e para manterse terán que copiar o modelo de fóra. Chegarás ao bar e terás que pagar 3 euros polo café para que os propietarios poidan facer fronte a todos os gastos do negocio", defiende Gómez. "E a xente en vez de ir unha vez por semana a cear irá unha vez ao mes", añade Vázquez.
Su modelo de negocio era lo contrario: "Sempre dicíamos que un matrimonio con fillos non podía pagar 80 euros por cear aquí, que tiñan que ser prezos asequibles".
La posible reapertura
La despedida es amarga y obligada, pero guardan la esperanza de que el negocio vuelva a abrir a manos de otra gente. "Ten que ser alguén valiente pola situación actual e con moitas ganas de traballar, coma nós cando o collimos hai máis de 20 anos...", asegura Margarita Vázquez. "Que máis nos gustaría que volva abrir, eu volvería encantado coma cliente se abre outra vez", asegura Julio Vázquez.
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