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Para el ingeniero Andrés Cortabitarte López, Adif es una” casa” con muchas plantas. Y él, todo un veterano de la casa. Lleva más de 40 años en esa empresa pública y cuando habla de ella no puede evitar la familiaridad. En el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias ha ocupado distintos puestos, de abajo a arriba desde 1981, pero el cargo que ostentaba cuando se inauguró la línea 082 de alta velocidad entre Ourense y Santiago le ha sentado en el banquillo, junto al maquinista Francisco Garzón, en relación al mayor accidente ferroviario desde 1944, con 80 muertos y 145 personas heridas tras el descarrilamiento del Alvia 150/151 en la curva del barrio de Angrois, a tres kilómetros de Santiago, el 24 de julio de 2013.
Está acusado de delitos de homicidio, lesiones y daños por imprudencia profesional grave. Según recoge el fiscal Mario Piñeiro en su escrito de calificación provisional, “tenía que garantizar que la línea era segura. No lo era”. Echa en falta una evaluación integral de riesgos que detectara el peligro de la curva de Angrois. La mayor parte de las víctimas, no solo le acusan, sino que no le perdonan.
Las acusaciones aguardan con expectación su declaración como imputado este jueves, un trámite que se pospuso el pasado jueves, cuando compareció el maquinista y responsabilizó a Adif de la falta de seguridad, porque, según la defensa, el interrogatorio iba a ser largo y su cliente se encontraba afectado por el manotazo que recibió el primer del juicio por parte de un padre cuya hija murió en la bifurcación de A Grandeira. Ya en 2017, durante la instrucción, aplazó en dos ocasiones su comparecencia ante el juez.
Desde la otra parte, su propio letrado, el abogado del Estado que representa a Adif como responsable civil subsidiario y la aseguradora, rebaten las imputaciones limitando la participación de Cortabitarte en la puesta en servicio de la línea en donde ocurrió el accidente. “Fue puntual y muy concreta” y “en ningún caso incorrecta o negligente”, aseguran. Para ellos, solo el maquinista “fue el responsable” por entrar en una curva limitada a 80 km/h a 190.
Entre 2006 y 2013, poco antes del accidente, el acusado fue el director de Seguridad en la Circulación de Adif, un puesto de libre designación, con más de 100 personas a su cargo, pero “con un apellido aciago”, según destacó en octubre de 2018 cuando compareció en la Comisión de Investigación del Congreso. ¡Maldita semántica! Con ello trataba de matizar las responsabilidades inherentes a la “seguridad en la circulación” (el apellido), diluyendo las competencias entre muchos -“se precisan más de 20 documentos de distintos departamentos para obtener las autorizaciones de puesta en servicio”- y negando que la normativa de entonces le obligase a prever riesgos en la curva, máxime porque ve velocidades pero no tramos sinuosos. “Mi departamento vela por el cumplimiento de las condiciones exigibles en materia de seguridad en la explotación ferroviaria de los sistemas de señalización ENCE (enclavamiento electrónico), ASFA (aviso de señales y frenado automático) y del sistema de protección de trenes ERTMS (sistema de control y gestión de trenes europeo)”.
Tres meses antes, cuando declaró por primera vez como investigado ante el juez Andrés Lago Louro, también echó balones fuera (Gabriel Rufián, de Esquerra Republicana, en la comisión de investigación, le reprochó esa actitud, y le acusó de hacer “un borbón”). La obligación de mitigar y hacer tolerables los posibles riesgos era cosa de otros: la consultora pública Ineco, como evaluador independiente o incluso la constructora de la línea.
A la Fiscalía y acusaciones particulares estas explicaciones no les valen. El sistema ASFA no contaba con balizas de control de velocidad antes de la curva para poder frenar el convoy (ahora sí), por lo que todo dependía de que el maquinista aminorase con antelación suficiente.
Además, el sistema ERTMS había sido desconectado por orden expresa de Cortabitarte, a petición de Renfe, el 24 de junio de 2012, porque daba fallos en el recorrido entre Ourense y Santiago. Un fallo cada hora y media, según alegó Renfe, en los siete días que estuvo en marcha en los trenes híbridos de la serie 730 (Alvia).
La trayectoria de Cortabitarte en Adif se remonta a 1981 cuando entró por concurso oposición. Fue directivo “en la casa”, tal como él la denomina, con gobiernos del PSOE y el PP. Como director de Seguridad en la Circulación de Adif, un cargo de libre designación, estuvo entre 2006 y el 2 de junio de 2013, poco antes del accidente. Se mantuvo en puestos de dirección hasta mayo de 2021, cuando la acusación de la Fiscalía provocó su salida de la Subdirección de Gestión Logística y Aprovisionamientos.Tras su renuncia, el ingeniero recuperó la categoría de técnico especialista con la que accedió a su plaza.
Los que le tratan aseguran que es un “hombre vehemente” que se revuelve como gato panza arriba cuando le atacan. En los dos primeros días de juicio, fue abucheado (“asesino”, “cobarde”…) por las víctimas presentes a la entrada y salida del CINC de la Cidade da Cultura, en donde se celebra las vista.
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