La ausencia de controles de radar favorece los desmanes

El hecho de que un buen número de atropellos se circunscriban a las calles y avenidas con más de dos carriles por sentido habla por sí solo de la influencia de la velocidad de los coches. Así, la calle Progreso, la arteria en la que los excesos son más habituales, concentró casi el nueve por ciento de este tipo de accidentes. La segunda calle en la que más atropellos se produjeron fue Juan XXIII.
Y es que el tema de la velocidad en la ciudad aún sigue siendo una asignatura pendiente. Según recalcan desde P(A)T, 'la velocidad siempre es proporcional a los índices de mortalidad y sabemos a ciencia cierta que un atropello en el que el vehículo va a 30 kilómetro por hora se reduce en un 100% la posibilidad de morir'.

Los desmanes a la hora de pisar el acelerador, además, son, hoy por hoy, una infracción impune en la ciudad por la inexistencia de controles con radares.
La última vez que la ciudad contó con radares fue hace cuatro años cuando se emprendió un estudio para determinar si los excesos de velocidad influían en los accidentes que se estaban concentrando en determinadas calles.
Las únicas medidas disponibles fueron la mejora de la señalización horizontal y vertical, además de implementarse la semaforización por fases (si un conductor se salta un semáforo en rojo el siguiente se pondrá también para intentar que se detenga) y se pusieron pasos elevados en zonas sensibles así como bandas rugosas en el pavimento. n

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