La autovía que unirá Ourense y Lugo acumula retrasos e incumplimientos

Zona de Eirasvedras por donde transcurrirá la Circunvalación Norte, todavía sin obras.
photo_camera Zona de Eirasvedras por donde transcurrirá la Circunvalación Norte, todavía sin obras.
Solo existen 8,8 kilómetros y las obras de la circunvalación norte apenas registran avances

A la autovía A-56, entre Ourense y Lugo, todavía le quedan muchos kilómetros para llegar a buen puerto. Solo han sido construidos los 8,8 kilómetros correspondientes al tramo entre A Barrela y San Martiño. Un tramo que apenas es aprovechable ahora debido a su falta de conexión con la ciudad.

La idea de la autovía es que conecte ambas ciudades desde la A-54 (Lugo-Santiago) en Guntín (Lugo). Desde allí seguirá, aproximadamente, el trazado de la carretera N-540, que ha levantado numerosas protestas y reivindicaciones por el pésimo estado de su firme. Entrará a la ciudad por la circunvalación norte, que forma parte del proyecto. Este último tramo aliviaría el tráfico del centro y liberaría la N-120 para acondicionar el bulevar termal.

Además del tramo existente, el primer segmento de la circunvalación norte se encuentra en obras. Es el comprendido entre Eirasvedras y Quintela. Pero las obras apenas avanzan, algo que ha despertado suspicacias. Las obras se iniciaron en junio del año pasado y deberían estar acabadas a finales del que viene, pero apenas se ve movimiento.

El último mes de marzo fue agridulce. Por un lado, se aprobó el proyecto de trazado entre Ourense y Cambeo, cuyas obras supondrán una inversión de casi 130 millones de euros. Pero en ese mismo mes se rescindió el contrato para redactar el proyecto entre Cambeo y San Martiño, lo que alargará sensiblemente los plazos. Este último es clave para conectar la ciudad con el tramo actualmente existente. Esto permitiría al menos reducir los tiempos de viaje con la ciudad de la muralla. También en redacción se encuentra el proyecto del tramo entre Quintela y A Casilla, que se encuentra atascado.

Lustro de incomplimiento

La A-56 se erige como un proyecto clave para insuflar vida en el eje interior de Galicia, mejorando las comunicaciones y dejando para usos menores la N-540, salpicada de baches. Pero continúa siendo un anhelo, mientras se priorizan obras en la costa, como la prolongación de la A-52 o la circunvalación de Pontevedra, la A-57.

Una buen ejemplo de su estancamiento es el tramo actualmente existente. Sus obras comenzaron en 2010, pero la crisis económica motivó su parálisis hasta seis años después. Se inauguró en 2020.

La prolongación de la AG-31, en el aire a la espera de resolver las competencias

En materia de infraestructuras viales, existe otra vieja reclamación en la provincia: la prolongación de la autovía AG-31 desde Celanova hasta Portugal. Supondría la conexión con Ponte da Barca, un nudo viario luso que facilitaría la conexión de la provincia con Braga y la fachada atlántica portuguesa.

Pese a ser un asunto transfronterizo, no se trató en la Cumbre Ibérica celebrada en Viana do Castelo el pasado mes de octubre. Existen discrepancias sobre si la ejecución del nuevo eje viario compete al Gobierno central o a la Xunta, titular de la OU-540 y de la AG-31.

La Comisión de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana del Congreso aprobó en diciembre una proposición no de ley al respecto. En ella, los partidos -incluidos PSOE y PP- instaban al Ejecutivo central a negociar un acuerdo con el Gobierno luso para abordar esta conexión transfronteriza.

En principio, Madrid solo se encargaría de la ejecución del tramo entre Lobios y la frontera de A Madalena, al tratarse de una infraestructura internacional. La Xunta debería acometer el resto del trayecto hasta Celanova. Sin embargo, la ausencia de un acuerdo internacional dificulta el desarrollo de un eje que de momento, y del mismo modo que otras obras, se queda en una promesa.

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