Bailar de lejos, sí es bailar

La noche se reestrenó en Ourense y atrás quedaron certificados de vacunación o pruebas negativas, solo dos únicos requisitos: mascarilla y DNI. La gran mayoría de los pubs decidieron abrir y dentro la situación era casi prepandémica. La música estaba tan alta que no se oía al de al lado y las copas no paraban de salir. Los usuarios bailaron hasta la hora de cierre y una vez fuera reencuentros, abrazos, algún que otro magreo e incluso tintes violentos en conatos de pelea. En julio, el ocio nocturno abrió con brevedad. Muchos achacaron su prematuro cierre a los efectos del botellón en la ciudad, cuando a finales de junio se desarrollaba en su máximo esplendor. Con el segundo asalto de agosto, clientes y hosteleros se mostraron más positivos. Las rutas fueron las habituales: Pizarro, Lúa y Praza do Correxidor. La primera, una de las calles neurálgicas de la marcha en Vinos, contó con la apertura de los pubs Keops y K’oba. Sin embargo, los ourensanos echaron en falta locales como el Manhattan, El Patio Andaluz o Templo, que decidieron no lanzarse todavía. Los tres socios del K’oba sacaron adelante la noche. “No incorporamos al personal, tuvimos que arreglarnos entre nosotros y con la seguridad, que es fundamental”, señalaron. Por otra parte, Serafín Rodríguez, que se hizo propietario del pub La Chica de Ayer justo antes de que irrumpiese la pandemia, hace balance de una noche “muy alegre”. “Abrimos con ilusión y fue mejor de lo que esperaba, pensé que habría menos gente al ser Ourense y en agosto, pero no. Esperamos que siga siendo así, quedó demostrado que la gente sigue teniendo ganas de fiesta”. Este local es uno de los que animó el ambiente en la rúa da Lúa, otra de las vías principales de la juerga. Además, la ciudad sigue sin discoteca, con la Luxus cerrada. Las ganas de fiesta se notaban en el ambiente, sin embargo, la pandemia también estuvo presente en cierto modo. Los grupos se mantenían cerrados en los interiores, donde todo el mundo bailaba con sus amigos. Tanto la Policía Local como la Nacional estuvieron de ronda por las calles. A menudo entraban en los locales para comprobar que se estuviesen cumpliendo aforos y medidas de seguridad, pero no reportaron grandes incidencias. Al cierre de los pubs, a las 3.00 de la madrugada, los agentes fomentaron la vuelta a casa para evitar que se formasen grupos de botellón o semejantes. CUERPO A CUERPO El cierre de los pubs surgió algún que otro desencuentro entre “pandillas” de jóvenes a los que no les apetecía dialogar. En la confluencia de rúa da Lúa y Pizarro, varios grupos de jóvenes comenzaron a gritar y a gesticular con los brazos. De las intimidaciones se pasó a la discusión y uno de los jóvenes comenzó a recibir golpes de cinco personas del otro grupo. Un dispositivo policial formado por tres coches y cuatro agentes que circulaba por la zona se hizo eco del escándalo y, al ver a uno de los hombres ser gravemente agredido acudieron a separar a los participantes. Los agresores, sin embargo, consiguieron escapar. Una ambulancia en la plaza de Los Suaves. (JOSÉ PAZ) Algunos vecinos de la zona pudieron observar la escena desde los balcones y ventanas y, a la llegada de los cuerpos policiales, les informaron de quien eran los agresores y quien era el agredido.