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La lucha contra el desperdicio también incluye una mejor gestión de los alimentos en la cadena de producción y distribución. Natalia González, del Banco de Alimentos de Ourense, da cuenta de la colaboración de varias cadenas de supermercados con la entidad, lo que permite frenar el despilfarro y ayudar a las familias más desfavorecidas.
“Hace tiempo que algunos supermercados nos donan comida antes de tirarla. Recogemos alimentos aptos para el consumo, pero que por su aspecto no se ponen a la venta, así como alimentos cuya fecha de consumo preferente está próxima, sobre todo, entre los perecederos”, detalla. Además, otra forma de evitar el despilfarro es con sencillos trucos que pueden aplicar las familias en la cocina.
En 2022, el Banco de Alimentos de la provincia recogió 87.000 kilos de comida mediante este proceso de donación. “Recibimos muchas proteínas, lácteos, frutas, verduras… para las cadenas es gratis, y para nosotros solo supone el gasto del combustible”, explica González. En el caso de productos de carne y pescado, es clave respetar la trazabilidad: “Nos los entregan en frío, nosotros lo recogemos en un isotérmico y lo llevamos a la entidad colaboradora, que los distribuye a las familias”. Desde la entidad animan a sumarse a la iniciativa al resto de supermercados, así como a los negocios de hostelería -el establecimiento de la cadena KFC en la ciudad les entrega cada semana producto perecedero que no vende-: “Si nos donasen todos los supermercados de la ciudad, cuatriplicaríamos la cifra de alimentos recogidos el año pasado”.
González también habla de la diferencia entre la fecha de consumo preferente y la de caducidad: “Los organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), ya han dicho que se pueden comer alimentos que han pasado la fecha de consumo preferente, siempre que el aspecto sea bueno y no se haya dañado. Es muy importante que la gente se conciencie”.
Si los supermercados no donan esta comida, termina en los contenedores o en empresas trituradoras de alimentos. “A nosotros ya nos han dicho varias cadenas que por su proceso de logística no pueden darnos nada. Al acabar la jornada, empaquetan la comida y se la recoge una empresa que la tritura. Son alimentos que están en un estado perfectamente apto para comer”, señala González.
La otra opción es que la comida acabe en los contenedores. “Si los productos van a caducar se les rebaja el precio, lo que ayuda a despilfarrar menos comida. Pero si no se venden, a última hora los metemos en bolsas y los dejamos dentro de los contenedores”, señala un trabajador de un supermercado de la ciudad. “Siempre hay gente esperando para recoger los alimentos, pero es cierto que cada vez hay menos personas, o eso me parece a mí”, apunta.
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