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El todoterreno se detiene en la plaza de la estación de tren de Ourense. El atuendo de los pasajeros que se apean del coche es llamativo en medio del enjambre de pasajeros que se apresuran a tomar el AVE. Los distintivos reflectantes los delatan: son bomberos forestales. Tres de ellos cogen sus respectivos petates, grandes y voluminosos. En ellos guardan todo lo que llevarán al otro lado del océano Atlántico, a Chile, allí donde el fuego impone su castigo de llamas y ceniza de los incendios.
Albert, Manuel y Pablo pertenecen a la Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales, BRIF de Laza, prácticamente la élite de los bomberos forestales. Los tres se suman a otros 28 compañeros de todas las BRIF de España para participar en la lucha que libran los chilenos contra el fuego. Una batalla que, de momento, ha dejado al menos 24 muertos y 300.000 hectáreas calcinadas. Los bomberos españoles se unen a ella con la fecha de vuelta marcada en el calendario para dentro de 20 días.
“A pena é que só poidamos ir tres da nosa brigada”, lamenta Pablo González, uno de los enviados a la línea del frente chilena. Tres personas, “cada cal coas súas propias vivencias”, que ayer viajaron al aeropuerto de Barajas para reunirse con sus compañeros y volar a Chile.
Daniel Fernández, bombero de la BRIF, habló por sus compañeros, a los que deseó “toda a sorte do mundo”. En Chile “vanse encontrar con condicións extremas”, pero eso no será un impedimento para perseguir el objetivo de “intentar axudar ó pobo chileno”. La receta contra esas condiciones, la formación continua que reciben en la BRIF, equipo que definió como “experimentado e potente”.
Una misión a la que acuden de manera voluntaria. Fernández afea a la empresa pública Tragsa, que gestiona la BRIF, su movilización “xogando coa vontade da xente”, a pesar de la respuesta masiva a la solicitud. “Xa pasou con Filomena, co volcán da Palma… Que sente a negociar con nós e que esta forma de activación se faga o máis profesional posible”, apuntó Fernández. Pablo coincidió: “Estamos a facer cousas fóra das nosas encomendas”.
Antes de marchar, hubo despedida de abrazo con palmada en la espalda, antes de coger el equipaje y pasar el control. Entre Laza y Santiago de Chile hay más de 10.500 kilómetros en línea recta. Es mucha distancia. Sin embargo, no representa un problema para arrimar el hombro: la lucha contra el fuego no entiende de fronteras ni nacionalidades.
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