El cambio climático modifica el ciclo micológico tradicional en Ourense

Un grupo en una jornada micológica desarrollada este otoño en la zona de Bande.
photo_camera Un grupo en una jornada micológica desarrollada este otoño en la zona de Bande.
Las altas temperaturas y las lluvias han marcado una temporada irregular en la provincia de Ourense

La llegada del frío marcará la recta final de una campaña micológica que ha sido inestable en la provincia, fruto, según los expertos, de las consecuencias del cambio climático en el ciclo de producción de setas.

La temporada empezó “muy bien” y, tal como sucedía antaño, a principios de septiembre. “El tiempo fue propicio y hubo boletus y macrolepiotas en cantidad… hasta que alcanzamos los 35 grados en octubre. Esa semana de calor se secaron los micelios, se retrasó el ciclo, y después, que se echase un mes lloviendo, tampoco fue bueno”, explica el micólogo celanovés y miembro el Grupo Micolóxico Galego, Alejandro Mínguez, testigo de la aparición de ejemplares “alterados, cuarteados o setas que cambian de color porque estaban muy mojadas”.

A la espera de la llegada de las primeras heladas, aficionados a la micología pueden echarse al monte, con cesta y navaja en mano, para disfrutar del contacto con la naturaleza y, de paso, la recolección de una media docena de especies comestibles. Entre los ejemplares que se pueden distinguir fácilmente en la zona de Terra de Celanova, Mínguez enumera el Cantharellus cibarius o “perra chica”, la Craterellus cornucopioides, popularmente conocida como trompeta de los muertos; los níscalos o robellones, cuyo nombre científico es Lactarius deliciosus o la Hydnum repandum, seta lengua de vaca. Cada una con sus características y peculiaridades, para degustar como entrante, plato principal o de acompañamiento en carnes y pescados, sin olvidar el postre.,

Asignatura pendiente

Cada vez hay más actividades de divulgación, pero colectivos y grupos especializados en Galicia llevan tiempo reclamando una formación reglada que profesionalice el sector y ofrezca unas mínimas garantías. “Hace tiempo que se solicita que se establezca un ciclo de formación superior, una enseñanza reglada. Algo que hay en otras comunidades, pero no en Galicia”, comentaba Mínguez, conferenciante, autor de una decena de libros y promotor de un espacio mitológico, que tuvo que irse hasta La Rioja para sacarse el título profesional. “Cuando haya formación, se darán más pasos en el sector: un mejor aprovechamiento forestal y también en micoturismo”, dice.

El micoturismo en Celanova

La villa de San Rosendo, que a principios de los años 80 despuntó por su apuesta decidida de organizar unas jornadas micológicas que en 2022 cerraron el ciclo tras conmemorar 40 ediciones, vuelve a ser pionera en su apuesta por el micoturismo.

Esta modalidad sostenible que aúna micología y turismo, y que lleva aparejado hospedaje (si no lo incluye, sería turismo micologico), se ha ofertado este otoño en tres establecimientos distintos de la capital de Terras de Celanova: una casa de turismo rural, un gastrobar y, el último este mismo fin de semana, en un hotel con encanto en el corazón de la villa de San Rosendo. “Han sido experiencias extraordinarias”, trasladaba el micólogo Alejandro Mínguez, quien no dudó en aceptar la propuesta de los establecimientos para hablar, recoger y mismo cocinar setas en talleres gastronómicos dentro de un paquete turístico cerrado.

“Paso a paso, una vez más, Celanova va por delante haciendo cosas que no se hacen en otros sitios en Galicia, porque en Galicia el micoturismo solo existe sobre el papel”, matiza el divulgador celanovés, quien considera que todavía queda mucho recorrido para sacar el máximo rendimiento a la micología, tanto a nivel forestal como turístico.

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