'Mi padre me decía que iba para rico', bromea ahora Evaristo González. Y lo cierto es que su vida ha dado muchas vueltas y ha convertido a aquel niño de la montaña de Entrimo en un importante empresario textil.

El camino del emprendedor

Evaristo González y Carmen Alburquerque, en el centro, con sus hijos, yernos y nueras, en el taller de Carmy. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
Asegura que sus recuerdos de infancia darían para un libro, y así podría ser, sobre todo teniendo en cuenta las vueltas que ha dado la vida de Evaristo González, hoy propietario de una de las mayores empresas de confección de trajes de comunión de España.
Desde Aljucer, Murcia, localidad en la que reside y fijó la sede de 'Carmy', pues así se llama la sociedad, hace más de tres décadas, recuerda nítidamente como era su vida de niño en la aldea de Queguas, en Entrimo. 'Tuve una infancia feliz aunque subsistía a base de la leche de las vacas y el pan de centeno y maíz'; así arranca el recorrido por su memoria Evaristo González, que hoy tiene 59 años.

Cuidando del ganado, robando castañas y consiguiendo sietes en el pantalón al trepar por los árboles para coger cerezas, transcurrieron los primeros 12 años de su vida. También acudía a una escuela pequeña, con pocos alumnos 'pero con una muy buena maestra que seguramente haya influido en que esté donde estoy'. Fueron también los años del recuerdo de la matanza y de aprender a herrar caballos, que aún sabe, pero también los años del estraperlo con Portugal, no en vano vivía en la raia. En definitiva, una vida de contrastes y polifacética.

Con 13 años dejó Entrimo para continuar su formación en Ourense, en la Ciudad de los Muchachos. Más tarde llegaría su etapa en el colegio Peleteiro de Santiago desde donde regresó a Ourense 'ya que los gastos eran demasiado para mi familia, y yo lo sabía'.

La electricidad, el torno, el dibujo lineal, hasta el trapecio fueron actividades que aprendió durante su adolescencia. Pero la clave de su vida afincada en Murcia llegó con la mili y su interés por el cuerpo especial de paracaidistas.

No es extraño preguntarse cómo, finalmente, llega a abrir una empresa textil especializada en comuniones. Muy simple: 'Al terminar mi época en el Ejército empecé como vendedor en una tienda de trajes de comunión y, después de un año, decidí establecerme por mi cuenta'. Lo hizo con 150.000 pesetas que le prestó un tío y otra cantidad similar de la que era, por aquel entonces, su novia -hoy mujer-, Carmen Alburquerque. Así, en la primavera de 1976 daba los primeros pasos 'Carmy', una empresa que hoy continúa siendo familiar, ya que los hijos, yernos y nueras de Evaristo González continúan en ella. Además, emplea a 60 personas directas, aparte de servicios externos.

Carmy participa en ferias especializadas del sector y fabrica y confecciona trajes de comunión, arras, todo tipo de complementos de ceremonias y moda de bautizo para bebés. Su ropa luce también en los desfiles de reputados diseñadores de trajes de novia, como Rosa Clará, la segunda marca nupcial de España tras Pronovias, que le ha dado licencia para fabricar sus diseños de comunión.

Satisfecho con los logros alcanzados, recuerda la vida en el pueblo como 'algo más rica que la de las ciudades, en las que todo es algo más apurado'. Conserva en su familia ese espíritu tradicional.

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