REPORTAJE

El castañero no tiene curro

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photo_camera José Augusto Pereira, uno de los dos castañeros que resiste en la calle del Paseo.

Forman parte de la estampa típica del otoño en Ourense, pero la crisis de la castaña ha precipitado la marcha de estos vendedores. José Augusto es uno de los dos castañeros que resisten al año negro en la calle del Paseo

Mientras José Augusto Pereira "arranca" su locomotora, frente a la Lechera, saluda a un par de transeúntes. No es hora punta, pero como la estatua, él también es un personaje reconocido en la ciudad. El castañero pasa su peor año, falta materia prima.

"Muy flojo, muy flojo. No ha sido buena temporada de castañas", cuenta desanimado. Es habitual verlo encender la máquina más tarde de las cinco, aunque él asegura estar una hora antes. "Y hasta las nueve", recalca. El cucurucho, dos euros. Una docena de castañas de Riós recién horneadas. "Las mejores, ya pueden venir los de la Ribeira Sacra que esta es la buena y no hay más", dice. Aún con todas las bondades, no supera los veinte o treinta euros recaudados al día. "A ver si a partir del 22 se vende algo más, que vienen las Navidades. Hasta el 15 de enero tengo el permiso echado, pero no se si me quedarán castañas para esa época. Cuando acabe el saquete, me voy".

Seis castañeros en la ciudad

El Concello de Ourense concedió este año seis licencias para castañeros. José Augusto es uno de los dos que resisten en el Paseo. "Siempre estuvimos cuatro. Los otros dos se fueron ya hace varios días. El de O Couto creo que también sacó ya la locomotora". Los vecinos de O Couto hace días que no ven al castañero.

Hermanos Pereira es el nombre "comercial" de José Augusto y su familia, vendedores ambulantes. "Tengo un hermano en Vigo y la cosa va por el mismo camino esta temporada, y eso que allí hay más gente y más movimiento". Cuando no es época de castaña, toca llevar el remolque a las fiestas con garrapiñadas, palomitas y algodón de azúcar. "A Ourense vengo después de las fiestas del San Froilán, allí es donde prueban mis primeras castañas de temporada".

José Augusto lleva toda la vida, literalmente, viniendo a Ourense. "Uf... Desde que he nacido, porque mis padres ya venían con la locomotora. Estuvimos en el San Lázaro, en los vinos y ahora estoy aquí frente a la Lechera, yo solo". La ubicación no la cambia por nada. "Ya lo dejo siempre presente, yo quiero este sitio y no hay más", se pone serio. El cruce de caminos más codiciado.

José Augusto atrasa su marcha, aferrándose a la época navideña. "A ver si mejora, a ver si mejora", repite. Prepara cucuruchos de castañas para los ourensanos con una locomotora de 1979. "Costó mucho dinero hacerla", se explica, queriendo dar sentido a la resistencia. Un esfuerzo que el año más negro de la castaña no premia. "Yo confío", sonríe. Pero antes de las nueve, cierra el chiringuito. 

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