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que cayó sobre la ciudad en solo cuatro días, la última de una cadena que tuvo efectos devastadores para la urbe. La de ayer fue la más lluviosa, llegaron a acumularse 22 litros por metro cuadrado en tan solo veinte minutos. Galerías, bares, coches y algunas calles quedaron totalmente anegadas por las cuantiosas precipitaciones. El alcantarillado no pudo soportar la intensidad y algunas calles, sobre todo las situadas en zonas más bajas, se convirtieron en auténticos ríos.
Serra Martiñá, la avenida de Zamora, Concepción Arenal o Progreso fueron las vías que registraron más problemas. En la primera, el nivel del agua enfangada subía por encima de las ruedas de los coches, que se quedaron paralizados con sus conductores en el interior. El caos reinó en Ourense; numerosos bares y negocios se hicieron con cubos y achicaron el aguamientras unos desbordados bomberos trataban de llegar a todos los puntos del mapa. Descolgaron el teléfono más de 100 veces solo en el tiempo que duró la tormenta y actuaron en más de 40 ocasiones en diferentes localizaciones.
Los desperfectos por la caída de árboles y tejas que ya se acumulaban desde el domingo se multiplicaron y sumaron trabajo a una Policía Local y unos bomberos desbocados, que ya llevaban 24 horas trabajando para solventar los problemas que dejó el episodio tormentoso del martes. Este, pese a que no alcanzó los niveles del domingo, mantuvo activos a los equipos de emergencias. Los agentes municipales acudieron a más de 15 intervenciones, sobre todo por la caída o el peligro de precipitación de tejados a la vía pública. También por árboles que quedaron fracturados. Entre otras, asistieron una ventana con riesgo de desprendimiento en Chano Piñeiro; retiraron una plancha de hierro que se precipitó a la vía pública en la Saínza o retirada de árboles totalmente arrancados en Emilia Pardo Bazán, en el Parque Miño, en la zona de la Universidad Laboral o varias vallas que se estamparon contra vehículos aparcados en el barrio de as Camelias. Los bomberos también hicieron lo suyo participando en 15 intervenciones, como la retirada de unas tejas sueltas en la calle Concejo.
Diego Fernández, meteorólogo de Telemiño, explica que esta cadena de tormentas se produjo porque el aire caliente de la superficie -que contenía mucha humedad- se condensó con el aire frío en altura y se formaron gotas de agua y cristales de hielo que al chocar entre sí provocan cargas eléctricas. “Son unas nubes llamadas cumulonimbus”, apunta, que por sus características suelen arrojar cuantiosas precipitaciones.
La tormenta también dejó huella en otras zonas de la provincia. En Manzaneda, la tormenta dejó inundados varios bajos, por lo que fue necesaria la colaboración de Proteccion Civil y el vehículo motobomba de los bomberos municipales. En el casco urbano, el alcantarillado no dio abasto para achicar el agua que corría por las calles arrastrando tierra por toda la localidad.
Además, los viñedos de la Ribeira Sacra lucense, Belesar y San Fiz quedaron seriamente dañados. La parte ourensana, sin embargo, pudo esquivar el infortunio.
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