Emergencia sanitaria

Una cuarta parte de la masa laboral de la provincia, en vilo por los cierres

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photo_camera Un camarero sirve café, en una imagen de recurso. (Foto: Unsplash)

"¿Y ahora qué?": esa es la pregunta para miles de ourensanos, en una economía que tiene como salvavidas a las pensiones

Alrededor de una cuarta parte de los trabajadores de la provincia, incluidos los autónomos, están en vilo al haberse sometido al cierre obligatorio de sus negocios, si bien la crisis afecta indirectamente a aquellos que, aun pudiendo continuar con sus servicios, están viendo reducir su facturación.

"Es imposible hacer una predicción exacta de los efectos que va a suponer la situación que estamos viviendo. Nuestra economía, al igual que el resto de economías europeas, no estaba preparada para lo que está pasando", apunta Alberto Vaquero, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo.

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Cree que la sociedad ourensana se enfrenta a un enemigo "invisible" y que su contagio y expansión está generando "situaciones de incertidumbre no solo a nivel personal sino económico". Vaquero sostiene que en economías de más alto nivel de ocupación se nota más que en otras como Ourense, con un bajo nivel de actividad.

Los jubilados, clave

"La estructura laboral influye y mucho en las repercusiones productivas", recalca este economista que, aún así, recuerda que la economía se ve influenciada por el comportamiento humano, en este caso marcado por el de la gran masa de pensionistas ourensanos: "Durante la última gran recesión el consumo disminuyó notablemente y esto sucedió incluso en colectivos con una renta asegurada como pueden ser los pensionistas, ya que había incertidumbre sobre lo que podría pasar".

Por sectores

Actualmente, la provincia cuenta con 93.000 pensionistas y algo más de 102.000 afiliados a la Seguridad Social. De estos últimos, 10.718 trabajan en el comercio obligado a cerrar sus puertas; casi 2.500 en talleres y concesionarios que solo pueden actuar en caso de urgencia; 777 en servicios de alojamiento cerrados, 7.308 en bares y restaurantes clausurados temporalmente; 119 en agencias de viajes sin atención al público y en mínimos; 24 en bibliotecas, archivos y museos con entrada restringida hasta nuevo aviso; 175 en servicios de espectáculos totalmente bloqueados, 162 en tiendas de azar y juegos de apuestas con la persiana echada, 810 relacionados con actividades deportivas actualmente prohibidas y otros 3.000 en diferentes epígrafes del Catálogo Nacional de Actividades Económicas que ahora mismo están sin actividad.

Son casi 26.000 personas las que no pueden desempeñar la activdad que venían desarrollando, casi un 25% de todos los que trabajan en Ourense, si bien la situación se extiende a otros sectores donde indirectamente también se verán laboralmente afectadas por la caída de la facturación si esta situación persiste en el tiempo.

Autónomos crispados

La situación crispa a muchos. Borja R. que tiene una micropime con dos socios en la ciudad estalla: "Os autónomos sentímonos desprotexidos polo Estado, Só fixeron dotación para o subsidio, que non é máis ca un parche. Non é maís que dicir que nos dan unha limosna". Él considera que se debería ser más duro prohibiendo el despido y critica lo que considera "privilexios" de los trabajadores públicos que tampoco pueden trabajar y a los que "non se lles pide un esforzo extra como a nós".

Los temporales, en vilo

Para Pablo Alonso, que desempeña trabajos de cocina a través de empresas de trabajo temporal, el cierre temporal del negocio en el que trabajaba le ha sumido en la incerteza. "Los que estamos por ETT o por obra y servicio...¿eso quién lo paga? Ahora me he quedado sin trabajo y sin ingresos hasta que esto vuelva a la normalidad, por lo que visto, ayudas ninguna para nosotros", lamenta Alonso, que ahora baraja "esperar a que esto pase para volver, o si veo que se complica, intentar buscar algo tipo reponedor, que estos días está teniendo mucha demanda".

El mayor problema

Ese es uno de los grandes efectos del estado de alarma en la economía ourensana. "En nuestra provincia, hay muchas familias que, por desgracia, no tienen una situación laboral estable, y que prácticamente depende de los ingresos del mes anterior para hacer sus compras y pagar sus facturas el mes siguiente".

"Esto es un grave problema, ya que si se quedan sin trabajo, nos enfrentaremos a una nueva crisis de demanda, que de inmediato se trasladará a la oferta de bienes y servicios". Lo mismo sucede con los pequeños negocios, que abundan en la provincia, y a los que les va a afectar de lleno, aventura Vaquero, que lo ve un "grave problema".

Máximo: dos meses

Lo que tiene claro este economista es que "es posible aguantar a este bajo ritmo de producción unas pocas semanas o incluso un mes, algunos países ya han pasado por eso, pero esto no puede durar más de dos meses".

En todo caso, invita a pensar "en el corto plazo" pero está preocupado por el "medio y largo plazo", pensando en el efecto en el sector turístico que puede tener esta Semana Santa perdida y que el sector público "no será capaz de amortiguar".

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