La campana de la capilla del parque Portovello, en el barrio de As Lagoas, desapareció misteriosamente el 21 de abril de la bóveda de su campanario, el mismo día en que la escultura “Home da Rabeda”, de Xosé Cid, también faltaba del Parque Miño. Aunque esta última reapareció una semana más tarde a escasos 200 metros de su base, en Portovello no hubo la misma suerte.
La “escena del delito” está intacta. Aunque para hurtar el objeto, pesado y de medio metro, hubo que subir a la fachada, no hay ni rastro de peso humano sobre las tejas, ni rotos ni marcas en la tierra. Neli Padín, la presidenta de la Asociación Vecinal Portovello (As Lagoas), declara que “se dio cuenta el señor que viene a hacer el mantenimiento, así que fui a denunciar a la Policía Nacional”, explica. Desde la asociación de vecinos lamentan su falta especialmente este mes, ya que el último domingo de mayo se celebraba la procesión de la Virgen de Portovello. Con ella a cuestas salían desde la parroquia y la traían hasta el campo de la capilla, donde anulamente sin excepción -hasta que llegó la pandemia- tocaban la desaparecida campana. “Creemos que fue alguien que conoce la zona porque no es un sitio transitado o que llame la atención”, comentan la presidenta y el secretario.
Del río a tierra y de la tierra a casa: una fiesta que tendrá que esperar por el covid
Neli Padín es la presidenta de la asocación de vecinos de Portovello, donde el mes pasado desapareció la campana. Lamenta que ya no se pueda celebrar la procesión y la fiesta posterior por la pandemia, una cita que cambio sus características a lo largo del tiempo. “Antes la Virgen se paseaba por el río, pero a un cura le dio miedo subir en la barca y no se volvió a hacer”, explica el secretario de la asociación. Y lamenta que este año, ni por tierra ni por río se pueda organizar: “Era una fiesta muy bonita, es una lástima”, recuerda.
