UNO MENOS QUE EN 2022
Ourense se acerca a su récord de colisiones provocadas por animales
El día en que se inauguró uno de los últimos tramos de la N-120, el comprendido entre Canabal (Sober, Lugo) y el alto da Guítara, un cascote se despeñó sobre el coche del gobernador civil de Lugo. Sucedió el 17 de abril de 1993. Quizás era una premonición del currículum de desprendimientos, baches y puntos negros que acabaría acumulando la carretera, flamante por aquel entonces.
Cuando ya se hablaba de la autovía Rías Baixas, la A-52, Valdeorras y el sur de Lugo se sumaban al carro del progreso con un proyecto fraguado en la época de Franco. El vial se acabó de inaugurar el 21 de septiembre de 1993, con la apertura del último tramo entre Penalba (Nogueira de Ramuín) y Guítara. Emilio Pérez Touriño, por aquel entonces secretario para las Infraestructuras del Ministerio de Obras Públicas, cortó la cinta de “una carretera de montaña construida como vía rápida” que culminaba el acceso central del Plan de Accesos de Galicia, aprobado hacía 23 años, en 1970.
Se dejaba así atrás el trazado decimonónico entre Ourense y Ponferrada y se daba la bienvenida a uno más moderno y seguro. Sin embargo, los problemas tardaron apenas unos meses en surgir, con constantes desprendimientos desde la ciudad hasta Guítara. El último tuvo lugar en 2019, cerca de Velle, obligando a cortar un carril hasta junio del año siguiente, sin contar los acontecidos en otros puntos como Toral de los Vados (León) en 2021, o el socavón originado este año por las lluvias de enero en Biobra (Rubiá).
Las quejas por el mal estado de la carretera no se limitan a la actualidad. En 1996, este diario se hacía eco del enfado de los valdeorreses, que incluso organizaron dos marchas en coche en los tramos con el firme más deteriorado. “La N-120 a su paso por Valdeorras es intransitable”, como salía publicado en agosto de ese año.
La peligrosidad de la N-120 se manifestó en forma de numerosos accidentes a lo largo de su historia. En muchos de ellos murieron personas. El peor punto negro era el tramo entre Ferreira de Pantón y Pedralba, considerado como el segundo más peligroso de España por el RACE hasta que Fomento cortó por lo sano en 2017. La solución, imponer una doble línea continua de 20 kilómetros entre Guítara y Ourense, y en el sentido inverso, entre la ciudad y Penalba. El remedio recetado impactó en las cifras de accidentalidad, pero dilató aún más los tiempos de viaje.
Los baches siguen siendo un fiel compañero de viaje en el tránsito por la N-120. El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana reparó algunos en Valdeorras el verano pasado, y ahora prepara arreglos en los tramos lucenses. Pero la hemeroteca, a falta de una solución integral, muestra que los baches vuelven a salir.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
UNO MENOS QUE EN 2022
Ourense se acerca a su récord de colisiones provocadas por animales
CULTURA EN EL RURAL
La Red Provincial de Auditorios de Ourense alcanza los 7.500 espectadores
VACUNACIÓN MASIVA
Nueva convocatoria contra la gripe para mayores de 60 años
Lo último
Jenaro Castro
TRAZADO HORIZONTAL
Abono único del embuste
CRISIS EN EL GOBIERNO
Yolanda Díaz: la insoportable e imprudente levedad de su ser
Lalo Pavón
O AFIADOR
A presunción de inocencia
CORRUPCIÓN EN EL PSOE
El TS revisará el 15 de enero si mantiene a Ábalos en prisión