Contenta y aliviada al saber que su tía está bien y, a priori, asintomática. Así se sentía ayer Mari Carmen Vázquez tras hablar con el personal del centro habilitado por la Xunta para infectados por COVID-19 en Os Milagros (Baños de Molgas), después de 10 días de angustia e incertidumbre. "Me llamaron el primer día y no supimos nada más hasta ayer (por el jueves) a las ocho de la tarde. Me dijeron que está bien, que come, que no tuvo fiebre y que pasa el médico a diario", desvela con alivio desde el otro lado del teléfono sobre el estado de salud de su tía "pero como si fuera mi madre porque me crié con ella", matiza.
Antes de que pasara esto, iba a verla casi todos los días "charlábamos y nos reíamos con la compañera de habitación, jugábamos a las cartas…", relata como si hubieran pasado años. A principios de marzo llegó la prohibición de las visitas al geriátrico, luego las restricciones por el estado de alarma y después, el positivo en coronavirus que supuso un jarro de agua fría para ella y su primo, únicos familiares directos de la octogenaria. "En julio cumplirá 89 años, es muy frágil. Está en silla de ruedas y con oxígeno noche y día", confiesa sabedora del daño que provoca este virus entre las personas mayores, y más en aquellas que tienen patologías previas.
Su relato, junto con otros, le parte el alma a María Rodríguez, familiar de otra residente de la San Carlos que, pese a dar positivo, permanece en el geriátrico celanovés debido a sus necesidades específicas. La falta de noticias no es un problema que María esté viviendo en primera persona, pero sí es la principal queja que le trasmiten diferentes familiares con los que tiene contacto a través de las redes sociales y por teléfono, y que, casi sin querer, la han erigido como portavoz. "Las familias nos merecemos una explicación, un número al que llamar. Algunas personas han recibido esta mañana una llamada, quizás sirvió de algo el ruido", señalaba en referencia al mensaje que, en la tarde-noche del jueves, lanzaron a través de las redes sociales y que compartieron en masa vecinos, comerciantes y colectivos locales.
En este punto, María Rodríguez hace un paréntesis para agradecer la solidaridad mostrada por el pueblo en el "caos" que vivió el geriátrico tras la proliferación de los contagios, al tiempo que se sumaba a la petición de que envíen una enfermera a la San Carlos.
Sin videollamadas
La comunicación con las familias es "fundamental" para los responsables de Política Social, quienes ayer confirmaban que se ha contactado con la práctica totalidad de los familiares de los usuarios trasladados a Baños de Molgas y que, a partir de ahora, se fijará una comunicación semanal, salvo un cambio de estado del paciente, "nese caso notificarase de inmediato", matizan.Lo que por el momento quedan descartadas son las videollamadas con sus seres queridos con las que ya soñaban algunos familiares, algunos con residencia en el extranjero, tras conocerse, por parte de la dirección de Os Milagros, de la disposición de varias tablets para tal fin.