Ourense-Empalme, la estación de tren gallega con más viajeros y la peor dotada

La salida a la plaza de la estación está desprotegida de la lluvia y el sol. ÓSCAR PINAL
photo_camera La salida a la plaza de la estación está desprotegida de la lluvia y el sol. ÓSCAR PINAL
El viajero coge el taxi a la intemperie, no tiene dónde aparcar y sufre colas en la entrada gallega del AVE

Adif parece insensible a la precariedad que sufren los usuarios de los trenes en Ourense como consecuencia de las obras que realiza y de las que aplaza. En el primer caso, la renovación de la catenaria entre Ourense y Monforte obliga a los viajeros que utilizan esa línea para ir a Lugo, Ponferrada, León, País Vasco y Barcelona a viajar en autobús durante ocho meses, tiempo en que 46 kilómetros de vía se encuentran fuera de servicio. Nunca los usuarios se habíán tenido que enfrentar a un cierre de línea tan prolongado en el tiempo, ni siquiera cuando se electrificó por primera vez ese tramo, en 1981.

Pero la mayor precariedad que padecen los usuarios ourensanos viene por las obras que no realiza, como es el caso de la estación intermodal. La vieja estación, inaugurada en 1957, se ve desbordada por un volumen de viajeros que se acerca a los dos millones anuales, con unas instalaciones inadecuadas para cubrir las más elementales necesidades de ese flujo de usuarios que, además, se concentra en horas punta en las que el atasco y la incomodidad se hace más evidente. Todo cuando existía un innovador proyecto para convertirla en una estación puntera.

De los acuerdos adoptados en el convenio firmado a cuatro bandas entre el entonces ministerio de Fomento, Adif, Xunta y Concello de Ourense en junio de 2016 solo se ha cumplido una mínima parte: la terminal de autobuses y el parking subterráneo y este último, inaugurado en agosto de 2021, se ha visto ya sobrepasado, con lo que la intermodalidad coche privado-tren resulta imposible para un alto número de usuarios ya que la mayoría del tiempo permanece cerrado al estar su aforo completo. La regla es bien sencilla.

Los aeropuertos de Alvedro y Peinador cuentan con estacionamientos de más de 1.500 y 3000 plazas, respectivamente, a pesar de que juntos ambos aeropuertos no alcanzan el número de usuarios que la estación de A Ponte, donde su paking subterráneo ofrece, en el mejor de los casos, 250 de sus 300 plazas ya que el resto están ocupadas por empresas de alquiler de coches. En las dos horas que discurren entre las 6:30 y las 8:30 de la mañana, salen de la estación de Ourense tres trenes (un AVE y dos Alvia) con un aforo total de 929 plazas. Dichos trenes, brindan la oportunidad de hacer un viaje de ida y vuelta en el día a Madrid, lo que es aprovechado por numerosos usuarios tanto de Ourense como de un amplio radio de territorio que se extiende hasta Vigo, que llegan a la estación de A Ponte en su vehículo propio y eso explica que desde primeras horas se encuentre lleno.

La falta de estacionamiento, un mal crónico en el barrio de A Ponte que el parking de la estación no ha solucionado, no es la única incomodidad. La falta de un ordenamiento adecuado de la plaza de la estación, pendiente de las obras de la intermodal como muchas otras actuaciones, dificulta el acceso de los taxis y de los coches particulares que acuden a ese punto a recoger o a dejar viajeros y que carecen del plan B que supondría una plaza libre en el parking subterráneo, donde disponen de los primeros quince minutos gratis para realizar esa operación. La falta de una marquesina protectora en la salida de la estación hacia la plaza deja a merced de los elementos, especialmente en días lluviosos, a viajeros con sus equipajes mientras hacen largas esperas para poder conseguir embarcar en un taxi o en el coche que los viene a buscar, los cuales carecen de un lugar específico para detenerse y permitir que los viajeros puedan subirse o apearse al pie de la propia estación.

Si una de las ventajas del tren frente al avión era la ausencia de largas esperas, en la estación de A Ponte los usuarios empiezan a padecerlas. Cola en la venta de billetes, en los servicios de atención al público, colas para acceder al ascensor y más cola todavía en el puesto de control de acceso, que se convierte en las horas punta en un auténtico cuello de botella, evidenciando que la dotación de personal es inadecuada por la cantidad de usuarios que ya alcanza la estación.

La precariedad, que actualmente ya es preocupante, no hará sino crecer a medida que aumente el número de viajeros. A partir del otoño se espera que ese aumento se haga más ostensible con la llegada de los trenes AVRIL que sustituirán tanto al AVE como a los Alvia que van a Vigo y A Coruña. Si se mantienen los actuales horarios, entre las 6:30 y las 8:30, los trenes a Madrid pasarán de las 929 plazas actuales a 1.367, con lo que los problemas se acrecentarán. Y a partir de 2026 empezará a operar Iryo, con más viajeros para una estación impropia para un servicio de alta velocidad que seguirá así, o peor, al menos hasta 2031 si Adif no adopta medidas correctivas. 

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