Norman Foster, la oportunidad perdida con la estación intermodal de Ourense

La intermodal que Adif licitará algún día a partir de enero de 2024 tiene muy poco que ver con el proyecto ganador del concurso de 2011 que firmaba Norman Foster. Aquel presentaba un moderno edificio de nueva planta que se levantaba sobre la playa de vías.

El actual recicla el construido en la década de 1950. El primero suprimía vías que ya carecen de uso ferroviario, recuperando para la ciudad un espacio, parte del cual se convertía en una amplia plaza pública de 20.000 metros cuadrados que el actual mantendrá bajo el dominio de Adif, no se sabe muy bien para qué, ya que la mayor parte de las vías carecen ya de uso ferroviario, toda vez que la estación de Ourense dejó de ser centro de clasificación y redistribución de vagones al resto de Galicia y el movimiento de mercancías en Ourense es ínfimo y puede ser derivado a Taboadela, que actualmente ejerce de terminal de mercancías de Ourense, o a la futura de San Cibrao si prospera el proyecto de los empresarios del polígono.

La conexión desde A Ponte hacia el barrio de O Vinteún era mucho más permeable y diáfana en el primer proyecto, mientras que en el segundo se resuelve con una pasarela peatonal a la altura de la estación y un vial en el extremo Este, más cerca de la avenida de Santiago.

El objetivo que se habían marcado Xunta de Galicia, Concello, Fomento y Adif en 2016 con el proyecto reformado era adelgazar el coste en cien millones de euros una infraestructura que se disparaba por encima de los 240 millones para hacer “realista” y ejecutable una obra que se prometía concluida antes de la llegada del AVE. No se cumplió. Llegará diez años más tarde y a pesar de haber devaluado el proyecto original la rebaja económica va a quedar parcialmente absorbida por los sobrecostes de la espera, de las actuaciones provisionales no recuperables y la pérdida de financiación de la UE.