Una fusión de influencias que enriquece a la tradición en las Xornadas de Folclore

El grupo Kud Srem de Serbia, uno de los seis participantes en las 39ª Xornadas de Folclore, demuestra con sus bailes que, a veces, sumar novedades ayuda a mejorar la historia.

La agrupación de Serbia durante las Xornadas de Folclore en Entrimo.
La agrupación de Serbia durante las Xornadas de Folclore en Entrimo.

Después del covid, Dejan Simyonov, coreógrafo serbio que ha participado en más de una decena de Xornadas de Folclore, se quedó sin jóvenes en su grupo y eso le obligó a parar sus giras durante aproximadamente un año. Sin embargo, cuando lo llamaron para regresar a Ourense, un lugar que considera su “segunda casa”, no tardó en organizar otro grupo con un programa más tradicional, pero igualmente atractivo. Aunque ahora ya no se encarga de la puesta en escena.

La agrupación Kud Srem es una de las seis participantes en la 39ª edición del festival. Está formada por unas treinta personas y a través de su espectáculo pretende difundir la música y danza tradicionales de Serbia. “Queremos transmitir nuestra tradición y nuestra cultura, enseñarle a la gente lo que podemos hacer”, explica Iovana Obodan, bailarina de la formación.

Para ello han estado trabajando en los últimos meses. “Nos empezamos a preparar hace dos meses, con entrenamiento dos días por semana, ha sido muy intenso, pero merece la pena”, reconoce Obodan, satisfecha de su recorrido.

Tradición fusionada

Su cultura tiene influencias de otros países como Turquía y Hungría, aunque también tiene un estilo muy tradicional procedente de la parte central del país. “Si bailamos solamente Shumadia, como representación de Serbia, sería aburrido. Sin embargo, cuando tienes influencia de Hungría en el norte, de Turquía en el sur, la frontera de Bulgaria… Salen diez o quince estilos totalmente diferentes y es interesante”, explica Simyonov. Algunos de esos otros estilos son el Vlasko, el Vranjanska suitao el Timok.

Más allá de todos los pasos e interpretaciones que deben aprenderse, Obodan señala que esa no es la parte más complicada. “Los cambios rápidos es lo que más nos cuesta preparar, a veces tenemos pocos minutos para cambiarnos de vestuario”, asegura, ya que para cada estilo sus atuendos varían con la intención de cautivar al público. Sin embargo, ese vestuario también es un escaparate para mostrar más historia de su país.

Con todo, Simyonov tiene claro que quiere volver en próximas ediciones y su reto es crear algún día una coreografía en la que se incorporen la tradición serbia junto con la gallega.

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