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Jiménez fue uno de los 140 gitanos que acudieron al recinto de Expourense para celebrar un rito tradicional, recuperado hace ocho años en Ourense y que el presidente de la federación recuerda de su infancia.
Los asistentes, de todas las edades, pasaron de uno en uno a lavarse la cara y las manos con agua cubierta por pétalos de rosa, que pasó la noche a la intemperie y que simboliza la salud y la libertad, como hacían los antiguos gitanos, agregó Jiménez.
Queremos recuperar esta tradición que los más jóvenes ya no conocieron, porque se perdió durante muchos años, pero ahora la mantenemos y la celebramos cada año en un lugar diferente de la ciudad, como símbolo también de nuestro deseo de integración.
En ese sentido, el portavoz gitano se dirigió a todos los participantes momentos antes de la ceremonia, para pedirles que dejen de lado las cosas malas de nuestra cultura, como no enviar a los niños al colegio, y traigan las cosas buenas, como el respeto a nuestros tíos, a los ancianos, la celebración de las bodas gitanas y esta ceremonia del agua, añadió.
También se refirió a la integración para recordar que sólo el 15 por ciento de los gitanos tiene trabajo, porque nos encontramos con muchas dificultades para ser aceptados en ese ámbito.
Entre los participantes en la tradicional fiesta recuperada, también se encontró Jenifer Jiménez de 16 años y madre de Nazaret, de 21 días, la gitana de menor edad en el acto.
La madre de la pequeña explicó que rompió la tradición de la boda gitana al fugarse con su novio sin casarse por el rito de su pueblo, pero hoy quiso ser una más en otra de las tradiciones que conmemora la despedida del invierno y la llegada del verano.
En el lavado de cara también participaron varios concejales de la Corporación municipal de Ourense y el alcalde, Francisco Rodríguez, que se dirigió al centenar de asistentes para calificarlos como ourensanos de lujo, por llegar a la ciudad, tras una larga diáspora y enseñarnos a todos el respeto y la capacidad de integración de os caracteriza, agregó.
Tradiciones como la ceremonia del agua, su simbolismo de salud y libertad, y la lengua romaní del colectivo, tienen presencia diaria en el pueblo gitano y como muestra, una de las familias, formada por Diana Montoya, su marido Víctor Jiménez, su hija Libertad, y otros dos pequeños llamados Jucal (guapa en romaní) y Undivel (Dios en la lengua gitana), según explicó Diana.
La celebración en Ourense se suma a otras del resto de España, como la de la mojá de varas de los gitanos de Zafra (Badajoz), cuya tradición se basa en el lavado de las herramientas de trabajo aunque hoy se reduce al lavado de varas en agua perfumada, según explicó la monitora de Bienestar Social del Ayuntamiento orensano, Antonia García.
También señaló que la Expo-Zaragoza acogió ayer, por la noche, una ceremonia tradicional gitana para San Juán.
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