Mar López Sotelo, asociada de Apatrigal, la Asociación en Defensa do Patrimonio de Galicia, viaja, desde hace una década, a las aldeas más remotas de la Ribeira Sacra en busca de esgrafiados, la curiosa técnica de grabado que se ve sobre las fachadas de antiguas construcciones, normalmente en piedra. Las figuras que representan -suelen ser escenas cotidianas de antaño-, se esconden por decenas en los pueblos más perdidos de toda Galicia. Esta educadora social, amante del patrimonio, tiene documentados cerca de mil grabados, la mayoría en este paisaje cultural que aspira a Patrimonio de la Humanidad. No solo eso: después de años de rutas, esta especie de hobby la ha llevado a descubrir un estilo gallego propio de esgrafiados, con una historia vinculada a los canteros y con características que lo diferencian de otros estilos de la Península Ibérica.
“Esgrafiados en la Ribeira Sacra y el Camino de Santiago. Obras de arte y simbolismo en las paredes” es el resultado de la extensa investigación de Mar López, que sigue recorriendo las aldeas con libreta y cámara en mano. “Descubrí que hay un estilo gallego propio de esgrafiados. Empecé a ver a figuras en las paredes de aldeas de la Ribeira Sacra, no sabía de que se trataba. Empecé a ver figuras de animales, de caza… Un poco abstractos. No pensaba que podían ser esgrafiados”, relata la investigadora.
EN LA VÍA DA PLATA
“Estoy constantemente buscando. Empecé por la Ribeira Sacra y seguí por las vías romanas. En el Camiño Miñoto y en la Vía da Plata hay una enorme concentración de esgrafiados, la zona de Ourense es muy creativa”.
El estilo gallego de esgrafiados se diferencia del mudéjar de la Alhambra o del neomudéjar que en Ourense tiene como ejemplo el Liceo. Comparó el estilo gallego con otros como el catalán, el italiano… “Nuestro estilo nos diferencia de los demás. Los gremios que trabajaban la piedra en esa época eran los canteros, por eso la Ribeira Sacra tiene tantos esgrafiados”.
En la imagen de arriba, en una casa en una aldea de O Bolo, se ve a un cazador, con el arma al hombro y rodeado de animales en una fachada en piedra. Es uno de los esgrafiados que descubrió Mar López en sus rutas por cientos de aldeas gallegas. “Sigo saliendo al campo con mi libreta, mi cámara de fotos y buscando esgrafiados en fachadas, el 90% están abandonadas. Esto es como un museo al aire libre y son obras que debemos preservar”, reivindica la investigadora.
