Domingo a las 8,20 horas de la mañana. Un grupo de hombres, ataviados con ropas de camuflaje, gorras y algún que otro gorro al estilo Clint Eastwood se reúne en el bar Xudas de Parada de Amoeiro. Un saludo, un “qué tal” y manos a la obra. Colocados alrededor de Lino Sanz, uno de los tres responsables de la peña de caza “Os Ardillas”, establecen los diferentes puntos donde se ubicará cada compañero para vigilar, apuntar y dar caza al jabalí.
El sábado fue el primer día de batidas autorizadas por la Xunta para hacer frente a la emergencia cinegética. La superpoblación de este animal preocupa en la comunidad, donde hasta el próximo 25 de febrero se puede abatir a estos animales en el 80% del territorio. Según el cazador veterano y presidente del club de Monteiros de la Ribeira Sacra, Senén Ramos, solo el sábado y el domingo se organizaron más de 200 salidas en la provincia.
Las batidas son una de las medidas de control que plantea el gobierno autonómico aunque, como también destacan desde la peña de Os Ardillas, en las ciudades continúa sin ser una medida efectiva.
A diferencia del panorama en otros montes gallegos, en el área que abarca este grupo, el jabalí está cada vez menos presente. El cambio de temperatura durante los dos últimos años generó que haya menos bellotas y otros frutos -que son alimento para los suidos-, “por lo tanto los animales tuvieron dificultades para la cría y la población disminuyó”, señala Sanz. “Si no hay comida no se cría y muchos se desplazan a las ciudades o a zonas de cultivo y explotaciones ganaderas”, apunta.
Con todo, estos hombres están autorizados para capturar a estos animales y, durante esta época del año, pueden abatirlos sean machos, hembras o crías.
No siempre hay suerte, como ayer, pero otras veces llenan el remolque: “El sábado tuvimos suerte y cazamos varios”, indica. El problema con el que se encuentran es que disminuyó la demanda. Antes los regalaban sin problema, pero cada vez hay menos gente dispuesta a llevárselos.
Aún así, la peña se mantiene unida y en funcionamiento. Son un total de 28 miembros. El más joven tiene 40 años y el más mayor supera los 70. Además de salir al monte, se organizan para hacer comidas y pasar tiempo juntos, como hicieron durante décadas. Cada vez hay más falta de relevo generacional y el coste para mantener bien cuidados a los perros es elevado. “En Girona el gobierno provincial emitió ayudas para ayudarles a mantener estos costes y así contribuir a controlar la población de jabalíes, pero aquí no tenemos ese beneficio”, advierte Sanz.