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La realidad demográfica actual, marcada por el envejecimiento de la población, obliga a cambios en las diferentes esferas sociales.
Los expertos sanitarios reclaman desde hace años mudanzas de calado en el sistema de atención a pacientes, necesarias para adaptarse a enfermos cada vez más mayores y con más patologías.
Jordi Varela, doctor en Medicina y especialista en gestión sanitaria, protagonizó ayer la conferencia de cierre del congreso de la Sociedade Galega de Medicina Interna (Sogami) en la ciudad. En su charla, reflexionó sobre el futuro de la profesión, así como sobre el papel clave de los internistas.
¿Son el envejecimiento y la cronicidad los principales retos a los que se enfrenta la sanidad?
Este es uno de los grandes retos, ya que la cronicidad está vinculada a un aumento del envejecimiento. En un principio es una buena noticia que vivamos más, es un elemento positivo, pero da lugar a que cada vez haya más personas en una etapa de su vida más expuesta a incapacidades y, por tanto, son más demandantes de servicios.
¿Qué debe cambiar?
Todo se ha orientado a la especialización, y está bien, porque la sociedad lo requiere, la tecnología ha mejorado y tiene que haber profesionales capaces de operar cáncer de colon por vía laparoscópica. Pero ahora mismo, con este envejecimiento, esto no es suficiente. Los profesionales están entrenados para hacer bien su tema técnico, su intervención, pero no tienen la visión de cómo cuidar a una persona muy mayor con seguramente muchas cronicidades.
¿Qué se requiere?
Tan valioso como gente entrenada técnicamente es contar con equipos multidisciplinares con visión generalista. Internistas, geriatras, médicos de familia, enfermeros… Es necesario que todas las personas que entran en un hospital, si se ve que son frágiles, sea esta fragilidad la que marque su hospitalización y, por tanto, estén gestionados por equipos multidisciplinares. Si no, los pacientes mayores se nos rompen en las plantas. Les curamos el problema técnico, pero adolecen del síndrome de post hospitalización, se desorientan, sufren alucinaciones, no saben si es de día o de noche…
¿Los hospitales se han quedado atrás?
El hospital de hoy, tal como está montado, no solo en Galicia, sino en toda la Medicina occidental, está basado en conocimientos de los médicos. Cuando aparecieron los hospitales en España, después de la Guerra Civil, se jerarquizaron y se dividieron por especialidades. Está bien, gracias a eso tenemos los datos de supervivencia que tenemos hoy en día en patologías como el cáncer o el ictus, pero ese modelo organizativo ya no nos sirve.
¿Cómo deben ser los hospitales del futuro?
Van a tener dos puertas de entrada, no se van a dividir en especialidades médicas. En una puerta, digamos, entrarán las personas que llegan por una patología, por un problema agudo. Y, en la otra, entrarán aquellas personas que tienen alguna fragilidad, que son vulnerables y, que, además, han tenido un problema agudo y tienen que ir al hospital. Ahí deben ser atendidos por estos equipos multidisciplinares, en el que haya internistas, enfermeros entrenados en geriatría, trabajadores sociales, coordinados con Primaria, en el que esté presente la visión de la familia también. Los técnicos actuarían como técnicos, harían su intervención y se irían, pero luego está ese equipo para atender al paciente. Un tercio de la casuística entrará por la primera puerta, pero dos tercios van a necesitar esa evaluación integral, ese plan individualizado.
¿Hay reticencias al cambio en los despachos políticos?
En los despachos y en las corporaciones médicas, no es solo un problema de los políticos. Hay mucha resistencia por parte de las especialidades. Yo he sido gerente de hospital durante años, y lo primero que haces cuando eres gerente es regalar internistas a los distintos servicios que tienen mucha carga de pacientes mayores. Pero el siguiente paso es decir, no, vamos todos juntos, de la mano, pero liderados por los internistas, por expertos en medicina familiar, en geriatría. En lo que sí tienen responsabilidad los políticos es en poner valor el criterio generalista.
¿Cómo se consigue?
Primero, con un tema de incentivos económicos, no puede ser que un médico de familia cobre menos que un médico de hospital. Después, abriendo las oportunidades a los generalistas en su carrera académica, que no solo los especialistas sean los que llegan a las cátedras de las universidades. En las facultades son necesarios los técnicos, los especialistas, pero también los buenos clínicos. Hay que crear cátedras de Medicina de Familia, que los internistas tengan una carrera académica por sus méritos, porque son buenos clínicos. Los políticos tienen que ayudar, y las corporaciones médicas tienen que dejar de mirar la realidad por el agujero de su especialidad.
Los nuevos médicos pierden cada vez más el interés por Medicina de Familia.
Claro, ¿qué incentivos se le han dado a los jóvenes, qué carrera se les da? Hay que darles oportunidades, muchos cuando ya llevan años quieren una plaza en una universidad, otros quieren investigar… hay que darles la oportunidad de que puedan hacer rotaciones, años sabáticos en el extranjero. Los médicos se mueven por muchas cosas más que por el dinero, aunque sí, hay que homologar los sueldos de Familia al de los hospitales.
¿Cree que en los próximos diez años habrá cambios de calado?
Creo que la realidad obligará a que se hagan esos cambios, no soy demasiado optimista con que se tomen decisiones en ese sentido. Pero la realidad es tozuda, mañana nos levantaremos y el elefante seguirá en la habitación. Es como cuando llega el frío y las urgencias se llenan de personas mayores enfermas y faltan camas. Faltan camas, pero no son camas lo que se necesita, se necesita cuidar a esas personas mayores durante todo el año con programas comunitarios, con equipos multidisciplinares, para que no acaben en urgencias cada vez que porque hace frío se enferman.
La realidad se impondrá.
Sí, lo que hay que hacer es invertir en estos cambios. El problema también está en la presión actual en los hospitales por la innovación, el diagnóstico por imagen, el cáncer… Vamos a tener hospitales súper tecnológicos, pero llenos de señoras mayores descompensadas. Y eso no las satisfará a nadie, ni a los propios pacientes, ni a los especialistas, ni a nadie.
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