Su mujer, su hija y el novio de esta última testificaron en el Juzgado de Instrucción de Verín a lo largo de nueve horas

La juez encarcela a los tres detenidos por el asesinato del chófer de Verín

La titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Verín decretó anoche el ingreso en prisión provisional y sin fianza de los tres arrestados por el asesinato de Bernardino Pousa: su mujer, María Dolores Álvarez; su hija, Ángeles Pousa, y el compañero sentimental de ésta, Alberto Fernández, acusados de haber planificado el crimen.
Los tres prestaron declaración ayer por separado, por espacio de más de nueve horas, durante las cuales Dolores Álvarez y Ángeles Pousa negaron cualquier tipo de participación en el asesinato, mientras que Alberto Fernández, según puso saber este periódico, reconoció, al igual que ya hiciera ante la Guardia Civil, su participación en el crimen, contratando presuntamente a un sicario, al que acompañó hasta la cochera de la empresa Autocares Guerra en la que apareció degollado Bernardino Pousa en septiembre del pasado año.

El testimonio de Alberto Fernández desencandenó en la tarde del pasado miércoles la detención de María Dolores Álvarez, al asegurar que ésta fue la que pagó al supuesto sicario y que su novia estaba al corriente de la situación. Las dos mujeres, según pudo saber este periódico, negaron ante la juez este extremo, algo que no convenció al fiscal, Carlos Martínez, quien solicitó el ingreso en prisión provisional de los tres detenidos.

El abogado defensor de Alberto Fernández, tras la toma de declaración, declinó hacer ningún tipo de declaraciones alegando el secreto de sumario.

La pareja, que ya había sido detenida el pasado lunes, llegó a las dependencias judiciales poco antes de la una de la tarde por separado en dos turismos camuflados de la Guardia Civil, generando gran expectación entre los numerosos vecinos que se concentraron en la zona. En el lugar se escucharon gritos como 'asesinos' o 'no os tapéis'. La Guardia Civil introdujo el vehículo en el soportal de las instalaciones judiciales para evitar que se les viera. El primero en ser interrogado fue Alberto Fernández, que permaneció ante el juez hasta pasadas las tres de la tarde, en que fue bajado al calabozo de la Policía Local.

Sobre las cinco de la tarde era llamada a declarar Ángeles Pousa, y su testimonio se prolongó por espacio de dos horas. Acto seguido, María Dolores Álvarez, cuya comparecencia en sede judicial estaba prevista inicialmente para hoy, era trasladada desde la Comandancia al Juzgado de Verín para declarar.

El secreto de sumario impide conocer con exactitud como se llevó a cabo la planificación del asesinato y el grado de implicación de cada uno de los arrestados, pero, según pudo saber este periódico, María Dolores Álvarez había retirado meses antes 122.000 euros de las cuentas bancarias que tenía conjuntamente con su todavía entonces marido. Es más, durante ese tiempo, la mujer, según fuentes solventes, reclamó a Bernardino Pousa varias propiedades que tenían en común, lo que pudo llevar al fallecido a plantear, dos días antes de ser asesinado, la demanda de divorcio para que un juez dictaminara los bienes que le correspondían a cada uno.

Por otro lado, según fuentes de la investigación, la víctima sospecha que le podía pasar algo y había encargado la instalación de un sistema de alarma en la cochera y el arreglo de una persiana en un bajo que tiene en la calle Espido de Verín (cerca de la estación de autobuses) para estacionar el microbús cuando hacía viajes de noche. El garaje de Autocares Guerra (escenario del crimen) está en un zona alejada y con escasa iluminación.

EXPECTACIÓN A LA LLEGADA DE LOS DETENIDOS

Los tres arrestados llegaron separados al edificio judicial en un vehículo del instituto armado, cuyo conductor tuvo que maniobrar e incluso subirse a la acera para que los presentes en los aledaños no les vieran el rostro. Los tres salieron del vehículo, siguiendo las indicaciones de un agente, sin taparse el rostro y darse la vuelta para observar a las personas que durante un rato les increparon.
Todos ellos fueron trasladados a Verín desde la Comandancia de Ourense en el acuartelamiento de Santa Mariña. No obstante, antes de llegar al edificio judicial, esperaron en el cuartel de la villa a ser llamados por la titular del Juzgado de Instrucción de guardia de Verín.

Después de prestar declaración y la jueza decretar el ingreso en prisión, fueron trasladados al centro penitenciario de Pereiro de Aguiar en dos furgones del instituto armado.

La toma de declaración provocó que la calle Hermanos Moreno estuviera durante toda la jornada más transitada de lo habitual. Entre la expectación generada, un hombre de la tercera edad, buscaba, apoyado en un bastón, la oficina de la Policía Local (está en la planta baja del Juzgado) pidiendo auxilio para buscar a su nieto de ocho año que, al salir del colegio, se le había extraviado y no daba con su paradero.

Aún no eran las cinco de la tarde y una patrulla, recogiendo al anciano, salió en busca del menor, al que encontró minutos después en compañía de un familiar.

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