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La angustia por la que llevan pasando unos meses Pepe -nombre ficticio- y su mujer, en Peliquín, terminó hace unas semanas. Pepe, que desea ocultar su identidad por hartazgo, es un vecino muy trabajador de este barrio de Ourense. Es fácil encontrarlo en la finca con alguna tarea. En el rural siempre hay algo que atender. Pepe cuida, especialmente, sus berzas, unas coles de gran altura que tiene en una finca ubicada cerca de su casa, lo suficientemente cerca como para ver el hermoso huerto desde la ventana. Sin embargo, desde hace un tiempo, Pepe se despierta y cuando atiende sus berzas nota que alguna tiene menos hojas que las que tenía noche anterior o, simplemente, está arrancada de la tierra. Pepe tenía 40 conejos a los que alimentaba con sus berzas, pero la merma de esta planta forrajera tan típica de Galicia le ha obligado a prescindir de la mitad de los animales. Convencido de que ningún mal afectaba a las hortalizas y la disminución de los ejemplares se debía, más bien, al factor humano, decidió investigar. Efectivamente, había una ladrona de berzas.
¿Y sabes lo bonito? Que venía a robar las berzas de noche para venderlas al día siguiente
“Un viernes a las 12,30 de la madrugada la grabaron saliendo de su casa, en camisón y en bata. Hacía un frío que pelaba pero ella parece que no tenía ningún frío. Venía hacia aquí, hacia mis berzas. Fue cuando me di cuenta por qué desaparecían y dije: ‘Me cago en diez”, relata Pepe. Tirando de retranca, deja caer que conoce a la asaltante: “Es vecina, claro. Y no de muy lejos…”. Aconsejado por su mujer, y en el intento de frenar la sustracción del alimento de sus 40 conejos, Pepe optó por colocar candados en varias de las cancillas que protegen su huerto. Sin embargo, la escasa altura del cierre no supuso una traba para la ladrona nocturna. “A principios de diciembre cortaron la cabeza en tres berzas cercanas al cierre. Pero después llegaron a las de adentro. A veces aparecía una berza con una hoja, otras veces con dos. ¿Y sabes lo bonito? Que venía a robarlas de noche para venderlas al día siguiente”, asegura Pepe, que, dice, llegó a ver, atónito, sus berzas en una frutería de la ciudad.
Sé quién me roba las berzas. Mi marido las planta para nosotros, no para la sinvergüenza que viene a robarlas
Antes de desistir por esta situación que se repetía durante varias madrugadas, su mujer tomó el mando de la situación. Fabricó un cartel para poner en alerta a la ladrona. “Sé quién me roba las berzas. Mi marido las planta para nosotros, no para la sinvergüenza que viene a las tres de la mañana a robarlas. Si vuelvo a ver que faltan llevaré las pruebas a la Policía. No aviso más. Por cierto, para que sepa que sí sé quién es, viene en bata. No le llamaré la atención. Es un aviso”, rezaba el cartel escrito a mano y publicado en La Región el pasado 6 de febrero.
Las muestras de solidaridad no tardaron en llegarle a la pareja de Peliquín tras conocer la noticia. El recorte de prensa, al parecer, también puso sobre aviso a la ladrona. “No vino más”, asegura Pepe, que ya ha retirado el cartel. No hizo falta llevar el caso a la Policía. Sus conejos -la mitad de los que tenía- han vuelto a ser felices.
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