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Mi calle, Doctor Marañón

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photo_camera Vista de la zona donde se abrió Doctor Marañón, en el centro.

Sirvió la calle para dar “vida” a lo que hasta ese momento eran traseras, jardines en algún caso, pero por lo que se cuenta los propietarios prefirieron mudar solaz por solar. El edificio Junquera, la casa del abogado José Pérez Ávila, la de los Fermines, fueron algunas de las beneficiadas

Se decidió su construcción a finales de los 50, y se abrió a la ciudad más o menos en 1962. Se podría haber terminado antes, pero coincidió que aquellos años las lluvias ourensanas fueron más molestas de lo habitual, con lo que las obras sufrieron inevitables retrasos. Aparentemente fue un trabajo muy sencillo; pero sería interesante recordar que toda la zona estaba en pendiente, y que únicamente se hicieron muros de contención “donde estaba previsto en el futuro construir sótanos”, como decía el capataz de la obra en el año 61.  

La parte sencilla del trabajo es casualmente la que más se recuerda, y no es otra que "la caída" del colegio Cisneros, en la calle de la Barrera, para dar paso a la nueva calle. Y sin embargo, pocos hablan del bonito merendero de los Taboada que desapareció en la otra punta de la calle. Creo que no existían más construcciones, aunque habría que comprobar si en la calle Desengaño las viviendas terminaban precisamente a la altura de ese merendero. (Aún no conseguí ubicar exactamente la casa que ocupaban don Juan de la Coba y Gómez “Xan da Coba” y sus hermanas, que por ahí era.)

El primer edificio de altura (cuatro, que todos lo respetan), es el que hace esquina con las escaleras de Calpurnia Abana, el que acogió durante muchos años la lavandería "del Ramiro" Lava - Exprés. Sin embargo, creo que la primera construcción de la calle (estaba hecha con anterioridad en la trasera, pero al abrirse la calle quedó en primera línea), fueron los talleres de don Severo Fernández "Sefer", un edificio de una sola altura, situado detrás de la que era su tienda en la plaza Mayor. Recuerdo que cuando el tiempo acompañaba abrían las ventanas y era un espectáculo ver todas aquellas señoras delante de sus máquinas de coser (¿nadie tendrá una foto?).

Sirvió la calle para dar “vida” a lo que hasta ese momento eran traseras, jardines en algún caso, pero por lo que se cuenta los propietarios prefirieron mudar solaz por solar. El edificio Junquera, la casa del abogado José Pérez Ávila, la de los Fermines, fueron algunas de las beneficiadas. 

Ya abierta la calle, no tardó nada en poblarse de negocios. Su situación, pegada al ayuntamiento, a dos pasos de la Plaza de Abastos y a tiro de piedra de Doctor Fleming -entonces convertida en estación de autobuses- la convirtieron en más que interesante centro comercial. El caso es que, sin saber el motivo, quizás la casualidad, fueron los comercios de telas (retales) los que más se significaron. Trébol y Nido eran conocidos en toda la ciudad por la variedad de que disponían. 

También los negocios de restauración se situaron con rapidez. El más conocido fue un histórico Fornos, en el que doña Carmen continuó sirviendo bodas y banquetes siguiendo la tradición que había comenzado en Progreso (enfrente al obispado, más o menos). A su lado, el Maruxa, que junto al Mar da Marola consiguieron meter a la calle en el circuito de vinos y tapas ourensano. Creo recordar que se llamaba Venancio el propietario del Marola. Tenía una calidad de tapas que ¡hum!… Allí era fácil encontrarse a don Luis Gallego con su “cuadrilla”, su hermano, el padre de los Giles y el que hoy sé era el padre del amigo Novoa de Mena, muy buena gente. 

La calle tuvo hasta un negocio de tecnología "innovadora “ como fue en su momento la Lavandería, de Ramiro, donde un casi desconocido Adolfo Domínguez enviaba prendas a… supongo que cuestiones de tintes y demás. Y si lo analizamos, también acogió uno de los primeros "outlett" ourensanos: don Vicente Luis abrió en tres bajos de la calle unas tiendas donde liquidaba los restos de zapatos de sus tiendas estrella: Vitan, Tanvi, Astro. Del mundo del calzado también estuvo allí otro histórico de la ciudad, Terra Gallega, donde los Pereira tenían una variedad increíble de zapatillas, alpargatas, deportivas; visita obligada en verano y comienzo de curso. Tienda de muebles del recordado Rafa Zalama, la Juguetería Burgas y, cómo no, varios negocios de confección: Manolo “Santa María”, abrió Modanova, la Viuda de Senén tenía una pequeña pero surtida mercería y Almacenes Europa cubrían el cupo hasta que años después se abrieron las Galerías Marañón y ahí hubo otros dos o tres negocios más de textil. 

A todo esto hay que sumar los negocios que estaban en altura: Iglesias (oculista), Perotti (dentista), Blanco (médico), Silva (abogado), Novelle (gestoría) Elia (peluquería)... hasta un psicólogo llegamos a tener, el profesor Siota. No me cabe duda de que seguramente alguno esté quedando en el tintero, pero en cualquier momento me acordaré y os lo haré saber

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