Ourensano de adopción, por familia del corazón, y trabajo, vallisoletano de Alaejos, de habla pausada que transmitía calma, y vida, a amigos, conocidos, y en sus clases de docencia universitaria en el Campus de Ourense hasta 2011, en Psicología y Trabajo Social, dejando enseguida su consulta privada de psiquiatría, en la que se había especializado en el País Vasco y Suiza tras los estudios de medicina en la facultad pucelana.
La flauta travesera y la pintura, ya a la espátula o con pinceles, actividades desde las notas, las formas y los colores, ocupan en parte su tiempo, desde entonces. Vi sus cuadros con interés de sus tierras castellanas, de Bermeo y Panxón, Praia América, tan distintos y distantes, tan complejos en su aparente simplicidad, algunos de los cuales expuso en el sobreclaustro del Liceo hace siete años, quedando para otra ocasión una segunda muestra. Nos acercamos desde la docencia y el arte, y me hizo sentir su afecto.
Ya sus pisadas hace tiempo no acompañaban por el Paseo a Chelo, su esposa, ambos con sombreros, sonrientes, afectuosos. Ray Lynch suena en mi corazón desde su recuerdo in memoriam.
