La operación Reditus: un año tras la pista de Javillo, el capo de la heroína

Los letrados del caso. La abogada de Janeiro, a la izquierda.
photo_camera Los letrados del caso. La abogada de Janeiro, a la izquierda.
El juicio quedó aplazado porque la letrada del presunto narco enfermó

Hasta medio centenar de agentes policiales tomaron parte en algún momento en la operación antidroga Reditus, en la que nueve personas están acusadas de tráfico de drogas. Entre ellas, un histórico de la heroína en Galicia, el capo vilanovés Francisco Javier Janeiro, alias Javillo, junto a su exmujer Rosa Rodríguez y su hijo Miguel Ángel.  Ayer estaban citados los quince primeros para testificar en la Audiencia de Ourense en el segundo día de vista oral, pero no pudo ser. La abogada de la familia Janeiro presentó un parte de baja por enfermedad que durará días, por lo que la sala pospuso las sesiones que restan de juicio -al menos tres más- para mediados de noviembre (del 13 al 17). 

 La operación supuso la intervención de hasta tres cuerpos policiales diferentes -Guardia Civil, Policía Nacional y Vigilancia Aduanera, con efectivos de Ourense y Pontevedra- a lo largo de todo un año: el primer oficio policial remitido a un juzgado de Ourense es de 21 de enero de 2021 y la detención de Janeiro y su mujer se practicó el 8 de diciembre. Los investigadores le seguían la pista desde hacía meses, a caballo entre Ourense y Sanxenxo, pero esperaron el momento en que estaba previsto que recibiese un alijo de 5,4 kilos de heroína por parte de su socio, el colombiano Andrés Fernando Calvo Heredia. A efectos teóricos, estaba en paradero desconocido ya que Javillo no atendió la orden de ingreso en prisión para cumplir una condena firme de ocho años dictada por la Audiencia Nacional  el 28 de mayo de 2020 por traficar con droga en connivencia con ciudadanos turcos.  La operación SuppoRoquefort, en la que se incautaron 10 kilos de droga en un camión, puso al descubierto el peso del inculpado en el tráfico de heroína, al admitir que se movía por toda Europa.  Un año antes de ese fallo, en 2019, fue detenido junto a otro turco muy conocido, ya fallecido, Sabdullah Unnu, alias Nicol.

Pero en la causa de Ourense, Janeiro se confesó “inocente” al inicio del juicio, explicando poco después que había desertado del tráfico de drogas por problemas de salud -fue operado del corazón-. Tras la pandemia, se ganaba  la buena vida vendiendo berberechos  a los restaurantes de Portonvo.

Los agentes antidroga aseguran que seguía muy activo en la heroína y tenía su centro logístico en unos garajes de O Vinteún, barrio en el que también residía por temporadas, con ayuda de su hijo y su mujer. 

La banda, según la Policía, se trasladaba a Madrid, Sevilla y Pontevedra para recoger la droga, incluidas partidas de hachís y cocaína.  Para demostrarlo, los agentes pincharon teléfonos y balizaron vehículos, con autorización judicial, aunque su abogada alegó el primer día de juicio, como cuestión previa, que el auto que lo autorizó vulneró el secreto de las comunicaciones por falta de una investigación previa suficiente y proporcional para adoptar medidas restrictivas. El operativo movilizó a los Equipos de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de las comandancias ourensana y pontevedresa, al Grupo I de la Unidad de Delincuencia y Crimen Organizado (Udyco) de la ciudad el Lérez,  al Grupo de Respuesta Especial contra el Crimen Organizado (Greco) de Galicia, además del Servicio de Vigilancia Aduanera. 

Ahora el patriarca de los Janeiro no reside ni en O Salnés ni en Ourense sino en la cárcel de Pereiro (el único de los nueve inculpados encarcelado).  Fue trasladado ahí desde un centro penitenciario madrileño  con motivo de la vista oral de Ourense. 

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