Santo Tomé de Barxa, en Celanova, despidió ayer a su vecino más longevo. Aunque es natal de la villa de San Rosendo, Bernardino Álvarez Losada residía en el barrio de A Ponte de la ciudad, donde dejó una gran huella entre sus vecinos, especialmente en la rúa Ribeiriño, desde donde le gustaba disfrutar de las vistas al Puente Romano y al río Miño. Nada de tabaco y el vino, solo si es de casa: así confesaba su secreto de longevidad este ourensano el pasado mes de junio, cuando soplaba las velas de los 105 años. Con su fallecimiento, no hay registros conocidos de varones en la provincia que superen los 105, la edad a la que los expertos empiezan a llamarles “supercentenarios”.
Las ourensanas son las que baten todos los récords de longevidad en la llamada “Okinawa ourensana”, por las altas tasas de centenarios por habitante que se asemejan a las de la isla japonesa con más personas mayores. Sin embargo, los hombres ourensanos tienen una esperanza de vida más corta y no es habitual que superen esta edad. Emilio Ibáñez, del Gerontology Research Group (Grupo de Investigación en Gerontología), rastrea los centenarios que hay en España y calcula que solo unos 300 ciudadanos superan la edad de 105. El Instituto Nacional de Estadística no desglosa sus datos por edades a partir de los 100, justificando que son cifras en las que se producen “errores sistemáticos en las fechas de nacimiento”, por lo que los listados extraoficiales son los más fiables para contabilizar centenarios. En el de este grupo de investigadores ya no hay ourensanos varones que superen los 105. Bernardino Álvarez era el más longevo, en el puesto 41 de España.
Antes que Bernardino, un vecino de Seixalbo también falleció el año pasado con 105 años, mientras que el ourensano más longevo fue un afilador de Pereiro de Aguiar, que falleció con 107 años. La “Okinawa” ourensana despide a uno de sus “supercentenarios”.
