Las agencias perciben que ‘no se logran vender porque en muchas aldeas faltan infraestructuras básicas’

La pérdida de población obliga a la venta de numerosas viviendas en el rural ourensano

La pérdida de población en pueblos y villas está teniendo su repercusión en el sector inmobiliario. Así, en la actualidad hay ‘muchísimas casas’ a la venta ‘que no se logran vender porque muchas de esas aldeas carecen de infraestructuras básicas’, explican desde el sector. Detectan también que aumenta el interés de personas de entre 60 y 70 años por comprar piso en la ciudad. La falta de potenciales trabajadores es otra de las consecuencias de la pérdida de habitantes.
El rural ourensano se vacía. Sin embargo, las calles sin apenas gente de muchos de los pueblos de la provincia llenan horas de trabajo en algunas inmobiliarias. ‘Ahora mismo hay muchísimas casas en venta en los pueblos que no se logran vender porque muchas de esas aldeas no tienen infraestructuras básicas’, comenta Benito Iglesias, presidente de la Asociación de empresarios inmobiliarios (Adeido).

En el lado opuesto, en plena crisis económica, los inmobiliarios perciben que personas del rural -de entre 60 y 70 años- aprovechan la bajada de precios de los pisos en la ciudad para ‘comprar en Ourense en busca de comodidades que en algunos pueblos no tienen’, añade Iglesias. Otra de las consecuencias inmobiliarias de la pérdida de población es, a juicio del presidente de Adeido, ‘que fincas de labradío que antes valían bastante dinero, ahora no tienen valor ninguno’.

Los pueblos vacíos ‘influyen, como es lógico económicamente en el empresario y lo sentimos’, señala el presidente de los panaderos, Roberto González. La pérdida de población está relacionada, según Ana María Méndez, presidenta de las mujeres empresarias, ‘con que no se crean empresas y las que hay cierran, así que la gente se va’. Pero si a los ourensanos les cuesta encontrar empleo, difícil es también para algunos empresarios dar con potenciales trabajadores. El peluquero Camilo Sotelo señala que ‘la gente joven se va y es difícil encontrar aquí -en Ribadavia- personas especializadas en el sector, así que casi siempre tenemos que incidir nosotros en la formación’. También en el caso de los madereros había ‘problemas para cubrir determinados puestos de trabajo, a pesar de que ya se ofrecían a través de cursos de formación. En el medio rural, encontrar personas que quisieran trabajar en el ámbito de la madera era, al menos hasta que empezó la crisis, complicado’, explica Elier Ojea, presidente de la asociación provincial de la madera. Y es que, como apunta José Manuel Rodríguez, gerente del Inorde, ‘para que haya relevo generacional se necesita más natalidad e inmigración y no los habrá si no hay más empleo e industrias’.

La media de edad, 47 años

El último Atlas socieconómico de Caixanova establecía que la media de edad de la provincia era de 47,4 años en 2007, dos puntos por encima de la que se registraba siete años antes. Según este informe, la comarca de Terras de Caldelas es la más envejecida, con una media de edad de 56,1 años. Con estos datos, no es de extrañar que el crecimiento vegetativo de la provincia se sitúe en -2,6 y que la provincia haya perdido un 2,4% de la población en siete años.

En busca del relevo generacional con más empleos y una cultura emprendedora

¿Qué hay que hacer para fijar población en la provincia? Las respuestas según los diferentes sectores consultados son dispares. Así, para Elier Ojea, la solución en el rural -desde el punto de vista de los madereros- pasaría por afrontar el eterno problema del minifundio gallego y tomar ejemplo ‘de medidas implantadas en países centroeuropeos, donde sí hay mucho trabajo en este campo’. Su propuesta pasa también por ‘una ley de montes aprobada por los tres grupos parlamentarios para que sea duradera’.

El presidente de los empresarios del polígono Barreiros, Alejandro Cruz, considera que la crisis económica no contribuye a paliar la situación actual de pérdida de población. ‘Coa crise que hai, a ver quen se anima hoxe a ter fillos’, explica. También para el presidente de los taxistas de la ciudad, Francisco Álvarez, la crisis económica es peor para su sector que la demográfica, dado que ‘la gente mayor es la que más coge el taxi y si hoy no hay jóvenes, mañana tampoco habrá mayores’. Por todo ello, el empleo es la fórmula que unos y otros apuntan para fijar población. ‘Habría que potenciar más las industrias, buscar salidas comerciales con las ayudas que hay’, señala el peluquero Camilo Sotelo. Para la empresaria Ana María Méndez, la solución pasa por ‘generar riqueza creando puestos de trabajo y empleo’, añadiendo que ‘el dinero que el Gobierno facilita a los bancos tienen que ponerlo en marcha para que la gente pueda emprender iniciativas’.

Mentalidad

Sin embargo, para Benito Iglesias, la situación actual podría paliarse en gran medida con un cambio de mentalidad. ‘Hace falta una cultura emprendedora, generando ilusión para transmitirla a los demás’. A su juicio, el quid de la cuestión radica en cambiar el ‘pensamiento de opositar por el de emprender’.

El presidente del Centro Comercial Aberto, Emilio González, cree que sería positivo ‘mirar las medidas que obtuvieron mejores resultados en otros países y que consiguieron frenar la pérdida de población y aplicarlas aquí’. Para él, ‘las políticas que realicen tanto la Xunta, como el Gobierno como a nivel local deben ir destinadas a frenar el envejecimiento de la población’. Afirma que ‘el problema no es el envejecimiento, sino que no haya un relevo generacional’. Roberto González, en cambio, apuesta por no mover a la gente mayor de sus domicilios en los pueblos, dado que considera que ‘los pueblos han perdido su encanto, los han estropeado los políticos porque es más fácil unificarlos en una residencia’.



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