Las fuerzas de seguridad han incrementado los controles y vigilan con más intensidad las zonas de tránsito

La Policía extrema la vigilancia en Ourense tras la escalada de atentados de ETA en Palma

La alarma obligó al desalojo de algunas viviendas. (Foto: Martiño Pinal)
La campaña de atentados que la semana pasada llevó a cabo ETA en la isla de Palma ha tenido como consecuencia que las fuerzas de seguridad extremen la vigilancia en el resto del territorio nacional. En Ourense se han incrementado los controles.
Cada vez que ETA emprende una escalada de violencia en zonas en las que el impacto de sus acciones terroristas está llamado a crear alarma social, en el resto del territorio nacional se incrementa el nivel de alerta. Ante la posibilidad de que la violencia trepe hasta otras regiones, de hecho, las fuerzas de seguridad han recibido indicaciones para extremar la vigilancia también en la ciudad de Ourense.

Desde que la isla de Mallorca se convirtió en el escenario elegido por ETA para estimular el miedo de residentes y sobre todo turistas y perjudicar un sector estratégico para la economía nacional, la Policía emplazada en Ourense ha modificado sus hábitos. Fuentes del mismo cuerpo reconocen que en el actual período estival, después la campaña de verano iniciada por los terroristas de ETA, se están llevando a cabo más controles, en más lugares y más pormenorizados y descriptivos. ‘Se trata de prudencia. No hay ningún indicio que sugiera que ETA pueda o vaya a trasladar su campo de actuación a Galicia’, subrayan desde la Policía. Pero nunca está de más la cautela, máxime cuando la banda terrorista se guía desde hace tiempo bajo la batuta de la desesperación y la ira.

La intensificación de la vigilancia está afectando a distintas rutinas, y de hecho ya se están efectuando más controles que abarcan el examen de vehículos y la identificación de sus ocupantes. En ese apartado se ha ele vado el número de inspecciones. Puntos habituales sobre los que se acentúa la presencia policial, según fuentes del cuerpo, son las zonas de tránsito de pasajeros. Estaciones de autobús y de tren, ante la posibilidad de que el transporte público pudiese ser utilizado por la banda, reciben con mayor frecuencia e intensidad la visita de las patrullas.

La Guardia Civil de la provincia, por su parte, siguiendo ins trucciones del Ministerio del Interior, ha aplicado un protocolo, específico para estas situaciones, por el que los agentes extreman su seguridad personal. La violencia en la isla no implica, sin embargo, un mayor refuerzo de la vigilancia en la provincia más allá de la ciudad, donde las competencias de seguridad las ejerce la Policía Nacional. Sí se ha producido, en todo caso, un paso a un nivel mayor de alerta.

Alerta a los juzgados ourensanos


Desde que comenzó el verano algunos juzgados de la provincia de Ourense han sido instados a estar en alerta ante la actividad que ETA presumiblemente desencadenaría en agosto. En varios de ellos se recibieron por fax indicaciones para actuar con cautela ante la posibilidad de que ETA pudiese elegir los edificios judiciales como blancos de su actividad asesina, aunque no se han hallado sospechas de que los juzgados ourensanos puedan convertirse en objetivo. Simplemente se trata de seguir pautas mínimas de prudencia.

Tal y como se preveía, la ‘campaña’ veraniega de la banda llegó, en una cita que se prolonga desde hace treinta años. De 1979 en adelante seis personas han muerto en acciones encaminadas a golpear intereses turísticos. En 2008 la ‘operación’ de verano se desarrolló en Cantabria, donde ETA hizo explosionar cuatro artefactos, dos en Laredo y otros dos en Noja. Ninguno causó heridos. Entonces, también en Ourense se tensó la vigilancia.

La primera acción de la banda sobre áreas turísticas se remonta al 29 de junio de 1979, cuando detonó dos bombas en Benidorm (Alicante). Una de las campañas más intensas se produjo en 1996, con explosiones en Almuñécar (Granada), Granada, Jaén, Málaga, Reus, Santiago y Baiona. En 2005, otra vez ETA volvió a elegir Galicia para sembrar el terror, regresando a Baiona y depositando un artefacto más en Sanxenxo.

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