INFLACIÓN

El precio del pan sube a partir de este viernes en los despachos de Ourense

Un horno con bollos de pan en su interior, en Cea (foto: Óscar Pinal)
photo_camera Un horno con bollos de pan en su interior, en Cea (foto: Óscar Pinal)
La barra se encarecerá entre cinco y diez céntimos, según los panaderos, que lo atribuyen a la subida de los costes de producción y plantean abandonar rutas de reparto en los pueblos

Hacerse un bocadillo será más caro a partir de hoy. Buena parte de los productores ourensanos de pan han decidido subir los precios este mes para salvar la contabilidad de sus negocios. Los costes de producción siguen al alza o en umbrales muy elevados, mermando los cada vez más precarios márgenes de beneficio en el contexto inflacionario actual. En resumidas cuentas: la harina sube, la energía sigue cara y los panaderos se ven obligados a cobrar más para sostener sus hornos, tal y como alertan desde el sector.

 

No todas las panaderías de la provincia subirán sus precios. Algunas tratan de evitar que la subida de las materias primas repercuta en la barra de pan o la empanada. Aun así, varios negocios de la ciudad corroboraban el incremento de las etiquetas. Por ejemplo, un importante horno que mantiene diversos despachos en la provincia confirmó que la barra dejará de costar un euro. Consultado por este diario, avanzó ayer que la subida oscilará entre los 5 y los 10 céntimos a partir de hoy.

“Uns panadeiros xa o subiron, outros vano subir, pero non se estipula nin se acorda o que vai subir o pan. O pan é libre”, dejaba claro Roberto González, presidente de la  Asociación de Panaderos de Ourense. Él mismo contendrá el coste del producto para el cliente en su negocio: “Non tomei esa medida aínda, pero como está a vida… Non quedará máis remedio que subilo”.

González lamenta el castigo de la inflación a los negocios del sector. “O panadeiro sabe que se quere seguir vivindo ten que poñerse ao día. Cada un sabe os custos que ten, o que lle subiu a vida, e é lóxico que tomen esas medidas”, comenta en relación a este nuevo escalón que sube el precio del pan.

Los proveedores de la mercancía para elaborar la hogaza y el mollete pasan facturas cada vez más caras. La harina, por ejemplo. “Agora, cada pedido que fas xa vén con subas. Chega un punto no que non queda outro remedio que tomar decisións que non son gratas, pero hai que facelo para subsistir”, dice el portavoz de los panaderos.

La harina “volve a subir, polo que din os fabricantes”. Esto pone en jaque la sostenibilidad del negocio del pan. Desde el inicio de la guerra de Ucrania, que asestó un severo golpe a la economía europea, el coste del saco se disparó casi un 29% en España, según los últimos datos que publica el Instituto Nacional de Estadística. En consecuencia, el pan se encareció, aunque lo hizo a menor ritmo. Su precio creció un 16% desde antes de la guerra. En esta subida también pesó la inflación de la energía y los combustibles, cuyo incremento también rondó el 29%.

Adiós al claxón

Las decisiones drásticas de los panaderos no incumben solo al cliente urbano, sino también al rural. Antes de la pandemia, el litro de gasóleo apenas superaba los 1,20 euros en la provincia, y el de gasolina, los 1,30 euros. Ahora, febrero cerró con un precio medio de 1,59 euros por litro en el caso del diésel, y en el de la sin plomo 95, de 1,61 euros. Es decir, los hornos afrontan un coste cada vez más elevado a la hora de hacer el reparto por sus zonas de influencia.

Estanse tomando medidas moi serias”, advierte el portavoz del sector. Muchas parroquias ourensanas dicen adiós al claxon del panadero: “Estase tomando a decisión de non ir porque non compensa subir a unha aldea onde quedan tres ou catro familias. É moi caro”. De este modo, los núcleos afectados se quedan sin un servicio estratégico que les acerca un bien básico. Antes, recuerda González, hacían el recorrido por varios pueblos “e era rentable”. Ahora no lo es: “Se vendes tres ou catro barriñas de pán supón un gasto inmenso”.

El abandono del reparto es una medida severa que, además, es un síntoma del vaciado de los pueblos del rural. El sector ya alertó hace un año de que las ventas no compensaban el hecho de llenar el depósito para ir pueblo por pueblo. Sobre el hipotético apoyo de la administración, “ás veces non fai falla dicir o que hai que facer”. Los panaderos, remarca, “sempre estivemos aí”: “Había neve e non ía máis que o panadeiro

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