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INVESIÓN PÚBLICA
Un informe anual de Seopan revela que Ourenseenfrenta un grave problema de inversión en obra pública. El Estado redujo significativamente su inversión, destinando apenas 45,8 millones.
A principios de 2025, estas son las principales deudas del Estado español con Ourense.
Cierto es que la Variante Exterior del AVE, para garantizar la llegada de la alta velocidad desde Taboadela a la estación de Ourense, están en marcha, al menos en sus primeros dos tramos. Aunque con retraso, los tramos Taboadela-Túnel de Rante y Túnel de Rante-Conexión Seixalbo suman una inversión de 124 millones de euros, y se espera que acaben en 2026. En todo caso, más dudas arrojan los tres tramos pendientes de la infraestructura. Aunque el Gobierno lo incluye en su plan de inversiones del Corredor Atlántico, ha sembrado dudas, y cada vez son más los rumores que hablan de una posible mengua del proyecto. Quedan 290 millones por invertir, por lo que no es cosa menor.
La obra de la estación intermodal se adjudicó este año, sí, pero no hay avances y los plazos para su finalización ya empiezan a apuntar hacia 2032. Ourense es la ciudad con la estación AVE más retrasada, y eso tras una rebaja considerable del proyecto inicialmente previsto.
La construcción de las circunvalaciones de la ciudad ya se contemplaba en los años 90. En el año 2025, todavía no han pasado del papel. La circunvalación norte, para el tráfico procedente de Vigo, Santiago, Lugo y Monforte, fue adjudicada con muchos años de retraso y la obra está atascada. La segunda fase de circunvalación este, que comunicaría la actual OU-536 con la N-525, está en redacción por parte de la Xunta.
La A-56, futura autovía Ourense-Lugo, solo tiene un tramo construido, San Martiño-A Barrela, de 8 kilómetros, pero no sirve de nada porque está aislado. Algún otro tramo está en proyecto y el resto, ni siquiera. Igual que la A-76, autovía entre Ourense y Ponferrada, clave para vertebrar Valdeorras. Sigue pendiente de licitar el primer tramo de la infraestructura, en la provincia de León. Por su parte, el tramo entre Requejo y A Veiga de Cascallá lleva más de cinco años de retraso desde que se aprobó el proyecto.
De la autovía a Portugal, prolongando la AG-31, nada se sabe.
Es un ejemplo de lo enquistados que están los proyectos en la provincia. El proyecto de finalización de saneamiento de Barbaña y construcción de la nueva depuradora de San Cibrao lleva empantanado desde 2018. Año tras año se reservan partidas para licitar el proyecto, pero sigue sin salir adelante. Por el camino, ya se han perdido los fondos europeos, por valor de 15 millones de euros, debido a los continuos retrasos, algo que debería sacar los colores a más de un político.
El Gobierno central se ha visto hace unos días obligado a sacar tres años después de nuevo a información pública el proyecto, “debido al tiempo transcurrido desde el inicio de su redacción”, que ha hecho que algunos aspectos estén ya desfasados.
La Confederación Hidrográfica Miño-Sil había prometido en noviembre de 2023 a los empresarios del Polígono de San Cibrao que el proyecto de saneamiento del Barbaña se licitaría en marzo o abril de 2024, lo cual no ocurrió, ya que las exigencias de la declaración ambiental y la alza de precios volvieron a dilatar el proyecto. Ahora, en el Gobierno ya ni se atreven a dar una fecha concreta.
Si hay un ejemplo de lo que tarda la administración estatal en sacar un proyecto adelante, el Museo Arqueolóxico es sin duda el elegido. Tras dos décadas de trámites y plazos incumplidos, las obras de rehabilitación comenzaron en el año 2019, sufrieron el parón de la pandemia y otra parálisis por el hallazgo de restos arqueológicos, y siguen en marcha. Mientras, el museo cumple casi un cuarto de siglo cerrado al público en su sede original. Los plazos apuntaban a que debería rematarse en 2024, pero no se cumplió. Queda por ver si será este año.
Por el camino de estos largos años de proyectos paralizados cayó la rehabilitación del monasterio de Melón, que tras años saliendo en los presupuestos, cayó de maduro; o la nueva sede de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, que lleva años sin salir del papel.
Otras inversiones estatales, como los 3,5 millones para la nueva Plaza de Abastos de la ciudad, cayeron por la inacción de otras administraciones, como el Concello de Ourense, que acabó perdiendo el dinero por los retrasos.
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