CRóNICA

“Pronto veremos arder aldeas"


12.08.15.LAZA.BASE.BRIF.REPOR.FOLGA.
photo_camera Un grupo de trabajadores de la BRIF, este jueves en la base de Laza, con camisetas que recuerdan que siguen en huelga.

Miembros de la BRIF, la élite de la lucha antiincendios, en huelga desde hace tres semanas, advierte que si no mejora la prevención, los fuegos serán cada vez más peligrosos para personas y bienes en el rural gallego

Kiko, 29 años (11 de experiencia); Bolaño, 35 años (17); Lino, 48 años (8); Javier, 43 años (11); Alejandro, 28 años (9); Isaac, 43 años (6). Son parte de las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales de la base de Laza, una de las diez de España. La élite del servicio antiincendios trabaja once meses al año desde un nido a setecientos metros sobre el valle de Prado, entre el Támega y el río de Cabras. 51 especialistas, los más preparados entre los que guardan el monte... y ni siquiera gozan de la categoría profesional de bombero. Por eso están en huelga desde finales de julio, aunque no se han bajado de los helicópteros. Por eso y porque consideran que son víctimas de un trato injusto por parte de una empresa pública, Tragsa, que les paga menos que a un peón de las brigadas municipales (no llegan a los 1.000 euros) y los despacha cuando el cuerpo no les da para más. Este año uno de los suyos no superó la prueba física al comienzo de campaña -4,8 kilómetros con una carga de 20 kilos en menos de 45 minutos- y se quedó fuera, una excedencia forzosa sin paro. Y eso después de haber viajado en un helicóptero a Teruel, a Tarragona, a Extremadura este mismo mes...

"Hora e vinte de voo porque había bo vento. Chegamos e dividímonos en dúas cuadrillas. Temos a formación suficiente para adaptarnos a calquera zona. Alí eran alcornoques, encinas, pasto, pino. Non é o mesmo apagar aquí ca en Extremadura. Normalmente aquí apágase con ataque directo. Uns defendemos o pobo de Acebo. Outros baixaron con ataque directo ao lume. As 14,00 colléronnos en helicóptero. Aí traballamos en liña de defensa: cavar ata o solo mineral. Vai unha motoserra diante, despois quen retira a maleza e detrás o resto sachando, cavando... coas ferramentas de man. Antes da noite fomos a outro ataque directo porque había unha explotación gandeira, vacas e porcos, ameazada. Apagamos máis de 2 quilómetros. Retirámonos en helicóptero á base de Pinofranqueado, nas Hurdes. As 8 da mañá estabamos xa no helicóptero. Saímos para unha zona sen acceso por terra. Só nos e poucas descargas... Ese día rematamos e regresamos".

"Foi un incendio coma outro calquera para nós", resume Bolaño. "Desde o 3 de xullo, en 40 días, levamos 46 incendios e 150 horas de extinción", apunta Kiko. Y sus compañeros, una docena, reunidos en torno a una mesa a la entrada de la base, aparcan las cuestiones laborales para opinar sobre el monte, sobre su futuro.

"Pensei que o abandono de aquí era o maior, chocoume ver que a cousa en Extremadura está igual", dice Lino. Y un veterano añade: "Antes non íbamos aos incendios coa mochila de extinción. E agora xa nin pensamos en saír sen ela. Pasaron só dez anos, pero notamos a seca. É o cambio climático". "Antes tiñas un sembrado, un camiño... topabas algo en que apoiarte. Vas voando e hai aldeas que nin se ven, son só tellados e vexetación". "Pronto veremos arder aldeas".

"O que teña unha leira, ca limpe. E no monte: repartir máis os cartos, invertilos ben e menos para festas", remata Bolaño, uno que empezó en la base de Becerreá, en el 98.

Te puede interesar