En la provincia se okupan más de dos inmuebles en desuso cada mes

Ourense fue la segunda ciudad gallega -superada solo por Ferrol- en 2021 en infracciones por usurpación de viviendas

2022022623192161506
2022022623192161506

La ciudad de Ourense es la segunda de Galicia -solo superada por Ferrol- en infracciones penales por okupación de inmuebles (entrar a vivir en estancias abandonadas), teniendo en cuenta el número de habitantes. En 2021 se registraron 13 usurpaciones entre enero y agosto, 12,4 por cada 100.000 habitantes. Observando otras ciudades, a la cola está A Coruña con 29 viviendas okupadas (11,8 infracciones penales por cada 100.000 habitantes) y le siguen Pontevedra (9), Lugo (7) y Vigo (5).

A nivel provincial, las cifras solo variaron en una vivienda okupada más. Además, este delito de usurpación de vivienda muestra un crecimiento ascente desde 2015, año en el que el Ministerio de Interior empezó a contabilizar estas denuncias. Durante el primer año de la pandemia se registraron 34 usurpaciones -más de dos al mes-, ocho más que en 2019. Además, en 2017 y en 2018 hubo 28 cada año y en 2015, 25. La única excepción es 2018 cuando se denunció a 42 personas.

Este tipo de entradas se efectúan en edificios abandonados y, según fuentes de la Policía Nacional, prácticamente todas están relacionadas con el consumo de sustancias. Además, señalan que solo dan problemas “puntualmente”. La casuística más común son los incendios. Como ejemplo, el edificio número dos de la calle San Quintín, que ardió de madrugada el pasado 14 de octubre. Los bomberos tuvieron que desalojar a los residentes de los edificios colindantes que, en su momento, afirmaron que les constaba la presencia de okupas y que no eran una molestia.

Aunque Ourense supera a Lugo en número de inmuebles okupados, en la ciudad vecina organizaron ayer una concentración contra esta actividad para pedir el endurecimiento de la ley estatal por la que se rige. Las asociaciones vecinales lamentan que la usurpación de viviendas no solo afecta a las infraestructuras sino también a los propios vecinos porque “en algunos casos generan problemas de convivencia o ruidos”. En A Coruña, está actividad también se incrementó en el barrio de Os Mallos, según fuentes de la Policía Nacional herculina. Las concentraciones vecinales se organizaron durante meses en una zona en la que la hostilidad se incrementó tras el alivio de las restricciones. Allí, las infraestructuras “okupadas” no están siempre abandonadas, sino que también se fijan en los establecimientos de la zona.

En Ourense el recuerdo más reciente de problemas por okupación es el de la Plaza de Abastos, que creó malestar entre vecinos y placeros al generar un retraso en las obras.

Los allanamientos

Por otra parte, los allanamientos también presentaron un ascenso durante los últimos años. En 2020, hubo 18 casos en moradas ourensanas, más del doble de los que había en 2017 y 2018. Fue la cifra más alta desde que hay registros. Además, los allanamientos en locales aumentaron un 100% en 2019: fueron cuatro, pero los tres años anteriores no hubo casos.

No es lo mismo okupar que allanar una morada

La diferencia entre un delito de allanamiento y uno de usurpación de vivienda está en la naturaleza del inmueble. En una casa en la que hay residentes habitualmente o que no está en desuso, cualquier entrada sin consentimiento (o mantenerse en el interior contra la voluntad del titular) se considera un delito de allanamiento de morada que, según el Código Penal, podría ser castigado con una pena de prisión de seis meses a dos años.

Por otra parte, la “okupación” o usurpación de vivienda se da en inmuebles abandonados o que no se usan, excluyendo segundas viviendas o casas vacacionales. Además, la pena es más leve que la de allanamiento, este delito penado con una multa de tres a seis meses, dependiendo de la gravedad.

Un okupa residiendo al aire libre en el centro de salud de A Ponte

El centro de salud de A Ponte tiene una estrecha zona de césped entre el edificio de consultas y el muro que lo rodea, y que recientemente, fue elegido para convertirse en el hogar de un hombre que dejó allí sus cosas. Se instaló el pasado enero sobre el césped, depositó sus pertenencias, muebles y algunas fotos familiares. A su alrededor, fotografías, cajas vacías y restos de comida en tuppers. Su estancia no gustó al centro de salud y desde el Sergas se cursó una denuncia. Pese a que el hombre no acostumbra a estar por el día habitualmente, por el momento nadie violentó sus pertenencias y allí duerme desde hace dos meses pese a las bajas temperaturas a las que se llega de madrugada.

Ahora, el caso está en el Juzgado de Instrucción número 3 de Ourense mientras el hombre viene y va a lo que todavía es su residencia.

Contenido patrocinado

stats