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Pueblos de Ourense marginados: “Nos ponen los peores buses, ¡es un suplicio!”

Lo peor llega con la temporada estival. Los autobuses, muy viejos y con solo quince plazas, no tienen ventanas que se puedan abrir ni aire acondicionado

María José (tercera por la izq.) con otros usuarios el pasado noviembre.
María José (tercera por la izq.) con otros usuarios el pasado noviembre.

María José Fernández utiliza el Monbus cada mañana para ir a trabajar. Se sube en la línea Laza-Ourense junto a otras tres mujeres, todas ellas empleadas del hogar. Este es su único medio de transporte para llegar al destino. Y, a menudo, el autobús llega tarde.

El bus sale de Laza pero también pasa por Maceda, Esgos, O Pinto y Arnuide (Vilar de Barrio). Hace una década la línea tenía el doble de paradas, pero con el tiempo se fueron suprimiendo. “Desde entonces no tengo más remedio que caminar dos kilómetros todos los días para llegar a la parada, haga 45 grados o truene”, indica María José. Cuando se sube al bus empieza la odisea. “Nos quedamos tiradas en cualquier esquina y el viaje se realiza sin ninguna seguridad. Todos los días nos preguntamos si el bus funcionará o no”, afirma esta usuaria.

Lo peor llega con la temporada estival. Los autobuses, muy viejos y con solo quince plazas, no tienen ventanas que se puedan abrir ni aire acondicionado. “Este verano le dio un golpe de calor a una chica. Hacía 40 grados fuera y la misma temperatura en el interior”, señala. La escasez de plazas hace que en muchas ocasiones este grupo de trabajadoras se bajen a mitad de trayecto para dejar sitio a los estudiantes: “Ellos tienen que entrar en hora punta y todos no cabemos”, dice.

Sin embargo, a veces no hay ni clase ni trabajo, “porque el bus empieza a echar humo, a dar botes, a perder líquido y ya nos quedamos tiradas”, explica. “El que viene a buscarnos es un autobús nuevo, pero en cuanto reparan el de siempre nos lo quitan”, añade con disgusto.

Las usuarias lamentan que para los pueblos siempre dejan los servicios más problemáticos: “Nuestros buses son los más defectuosos, viejos y peores, ¡es un suplicio!”, dice María José. Aún así, este grupo de mujeres coincide en que no dejarán de usarlo, “pese a temer por nuestra integridad física”, para evitar que retiren el servicio.

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