Separados por “raias" provinciales

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La crisis del coronavirus cogió por sorpresa y en diferentes regiones a muchas familias, que ahora miran el calendario con preocupación. Si no hay cambios, hasta la llegada de la "nueva normalidad" seguirán sin verse más que a través de la pantalla

Si no hay cambios en los planes del Gobierno, el ritmo de la desescalada fija en el 22 de junio, en el mejor de los escenarios, la apertura de los viajes interprovinciales. La crisis del coronavirus cogió por sorpresa a muchas familias que viven a distancia, y que ahora ven, un poco más lejos de lo esperado, el ansiado rencuentro. "Qué más me da a mí que pueda bajar a tomar un café a un bar si no puedo ver a mi hijo, que me importa mucho más", explica Manola González, vasca con raíces en Cartelle, donde reside su hijo. 

A falta de un documento oficial, y todavía con dudas sobre si la provincia será la unidad territorial a tener en cuenta, las familias se resignan a las videollamadas, al teléfono y al WhatsApp. "Hablamos cada pocos días, mantenemos el contacto y bueno, con paciencia", explica Alicia Gracia, ourensana que reside con sus padres y su hermana en Ferrol. "Se hace raro no ver a la familia de Ourense, siempre nos vemos en Semana Santa y claro, no pudo ser. Ahora pensábamos que sí, pero tampoco... Y ojalá no haya más lío y podamos vernos en verano", comenta. Las fronteras, incluso dentro de la misma comunidad, cobran importancia estos días. "Nosotros vamos a Cartelle cada vez que tenemos unos días festivos, tenemos una casa allí, vemos a la familia... Yo entiendo que si quisiese viajar a Madrid, donde ha habido tantos casos, es más peligroso, pero a Galicia no es lo mismo", argumenta Manola González.

“Atada de pies y manos"

Begoña Alonso reside en Madrid, pero se encuentra en el domicilio de sus padres, en Laza, desde mediados de febrero, para ayudarlos. "Se pusieron malos de salud, me vine por un tiempo y me pilló todo esto aquí... Dentro de nada ya hace tres meses que no veo a mi hija pequeña. Al principio lo llevaba bien, pero ahora ya noto que me extraña", explica. El ritmo de la desescalada sentó como una jarra de agua fría: "No puedo llevarme a mis padres allí, a la boca del lobo, siendo tan mayores. Tampoco me puedo traer aquí a mi hija. Estoy atada de pies y manos". La preocupación, en la distancia, pesa el doble: "Una noche hablando con mi marido tosió varias veces y yo ya pasé la noche preocupada. Al final no era nada, menos mal. No es nada fácil, a ver si pasa todo pronto". 

“Día a día"

Los ourensanos Víctor Díaz y María González residen en A Coruña, en donde permanecen confinados desde el inicio del estado de alarma. Teletrabajan desde casa –han montado una oficina improvisada en el salón– y salen lo mínimo posible de casa. "Es por conciencia social, hay que pensar en global, no en individual", explica María González. 

Ambos hablan con la familia por teléfono, y aunque reconocen que a veces es duro, entienden la situación. "Si todo lo que me están pidiendo es que no me mueva de Coruña a Ourense pues mira, es así. Nosotros tenemos mucha suerte, no hay afectados directos en nuestras familias", explica Díaz. La distancia pesa –"sobre todo en fechas como el día del Padre, Semana Santa, día de la Madre"–, pero hay que mantener el ánimo. "Es cuestión de pensarlo día a día, sin planificar demasiado para no llevarte una desilusión. Yo contaba con poder ya visitar a mis padres, abrazar a mi hermana... Pero bueno, es lo que nos ha tocado vivir, también es cuestión de llamar a la gente que echas de menos cuando estés un poco triste, aunque solo sean tres minutos.", apunta González. 

Las comidas, telemáticas

Las nuevas tecnologías ayudan a llevarlo mejor, y no faltan citas telemáticas con familiares y amigos. "Coa miña curmá Paola e a súa familia, que viven en Saronno (Italia), os domingos facemos unha videochamada porque lles gusta verme tocar na sesión vermú que organizo no balcón para os veciños", explica Simone Saibene, italiano que reside en Ourense desde hace 10 años. Mantiene el contacto con sus padres a través del teléfono –no los ve desde Navidad–, con la familia de su pareja y los amigos gallegos, similar. "Cos colegas do coworking almorzamos todalas mañás xuntos por Zoom", apunta. Ya queda menos para la próxima "paparota" en persona: "Será cos amigos, e oxalá fóra da casa".

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