ENTREVISTA - CULTURA

Valeria Guglietti: "Crear personajes con sombras chinas es un arte afín a la magia"

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photo_camera Guglietti imita un ciervo.

Valeria Guglietti se sube hoy al escenario del Teatro Principal, a las 18,00 horas, para realizar más de 30 siluetas con sombras de manos 

Los personajes hechos con sombras de manos están de aniversario y Valeria Guglietti se sube hoy al escenario del Teatro Principal, a las 18,00 horas, para celebrarlo por todo lo alto en el marco de la MOTI. Con la intención de ser un homenaje a los 10 años de trabajo de la compañía Sombras Chinas surge una función que no hay que perderse, más de 30 siluetas en las que no faltan el pastel de cumpleaños ni el pianista para amenizar la velada. 

¿Dónde reside la magia en los espectáculos de sombras?

Es un arte afín a la magia, de hecho se hace prácticamente a partir de la nada usando tan sólo una lámpara, las manos y pequeños accesorios hechos con recortes reciclados. Además, las manos están en todo momento a la vista del público, con lo cual eso provoca una mayor sorpresa. 

¿Las historias proyectadas potencian la creatividad?

Sin darse cuenta, uno se libera de las dependencias tecnológicas. He visto como algunos niños automáticamente al salir de la función intentan recrear la sombra de un conejo. Es como si de repente dejaran a un lado las consolas y ordenadores y repararan de un modo especial en sus manos. 

¿Tienen el valor de rescatar un arte antiguo?

De hecho, este tipo de arte era anterior al cine y, a las sombras chinas se las llamaba pinturas vivientes porque parecían cuadros. Son como películas artesanales y es por ello que, durante la función, también hay gente mayor que se acuerda de alguna sombra que le hacía su abuelo cuando ni siquiera existía la televisión. 

¿Qué es lo más complicado de trabajar con las sombras?

Es complicado en conjunto, porque las sombras deben contar una historia, tener agilidad y ser divertidas sin perder el ritmo de la música ni decaer.

¿Qué sensación transmite el espectáculo?

Sorpresa. Los adultos creen que llevan a los niños para que se lo pasen bien y, de golpe, ellos se encuentran disfrutando como niños frente a un espectáculo efímero. 

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