El viaje del “horror” entre Valdeorras y Vigo: casi siete horas de resignación
El viaje para cruzar la Galicia sur de este a oeste vuelve al Siglo XIX e incluye dos horas y media de espera en Ourense.
La provincia vuelve a sufrir las consecuencias de nuevas modificaciones en la oferta de transporte por ferrocarril. Le tocó desde este pasado lunes a Valdeorras. El tren Regional que cubría antes la línea Ponferrada-Vigo ahora circula dividido en dos servicios diferentes; uno desde Ponferrada a Ourense y otro desde la capital provincial a la ciudad olívica. Entre ambos se interpone una parada de dos horas y media que catapulta el tiempo de viaje desde las ya largas cuatro horas hasta las seis horas y media. La Región subió a un redactor al convoy para vivir de primera mano la experiencia.
En un tren prácticamente vacío, apenas un puñado de personas tienen intención de llegar hasta Vigo. “Un horror”, dice Lucía, una joven que fue hasta O Barco de visita con Uxía tras la parada obligada en Ourense, donde les esperaban más de dos horas y media antes de coger el enlace a Vigo. “Ya directos son 4 horas o más, parando se hace eterno. Aparte, dos horas y media...” dice resignada Lucía. Ambas se sientan a desayunar para matar el rato.
El tren regional estacionado en la estación de Vigo-Guixar este miércoles.
Esta dilatada parada en Ourense responde, según fuentes de Renfe, a la necesidad de transportar a los pasajeros con origen Madrid que usan el Alvia con destino Guillarei o Redondela. El tren se detiene a las 08,57 horas y no continúa su trayecto hasta las 11,35 horas, después de la salida del tren madrileño siempre que este llegue puntual. En la práctica, toca buscar alternativas para no morir de aburrimiento.
RUTA POR LA CIUDAD
Teniendo en cuenta el tiempo disponible en la capital provincial, es posible llevar a cabo numerosas actividades para evitar el tedio de la espera. Una prueba llevada a cabo por este diario muestra que se pueden visitar las Burgas, pasear por el casco viejo, parar en el centro comercial y tomar un café mientras se lee el periódico, aún con tiempo sobrante. Todo ello caminando, sin emplear ni tan siquiera una bicicleta.
Cuando llega la hora de partir de nuevo y uno ya está a bordo del tren, el revisor avisa de que el Alvia Madrid-Galicia se demorará treinta minutos. Los viajeros de Guillarei y Redondela que emplean este último servicio son el motivo de tan extensa parada, ya que el Regional los llevará a su destino. Pasados 35 minutos y tras ser adelantados por el Alvia, el Regional sale. Aunque apenas ha subido ningún pasajero.
Los trenes destacan por su antigüedad.
Desde Renfe justifican el molesto reajuste por los escasos viajeros, alegando que la mayoría de usuarios de Valdeorras optan por el tren para ir a Ourense. Por ello, argumentan, no les afecta el cambio, y aseguran encontrarle más pros que contras. De quienes se suben al Regional en O Barco a las siete de la mañana, casi nadie continuará su viaje hasta Vigo.
Además, las habituales averías y problemas en los trenes pueden prolongar todavía más la agonía. Este miércoles se demoró media hora, retraso que se transmitió al Regional. Los pasajeros que partieron de la estación de O Barco a eso de las 7,00 horas no llegaron a Vigo hasta alrededor de las 14,00 horas, enfrentándose a una tortuosa mañana ceñidos a la butaca y con el hambre apretando de lo lindo, aunque no es de extrañar, dado que esas tres horas de espera darían para ir en coche de O Barco a la ciudad olívica o realizar casi tres viajes por ferrocarril entre Ourense y A Coruña y casi llegar a Madrid. Sin duda, vistas las circunstancias, ese viaje en tren entre Valdeorras y Vigo es solo para temerarios gracias a las decisiones de Renfe.
Trenes vetustos e incómodos: ni un agua se puede comprar
Renfe despliega en ocasiones en la línea entre Valdeorras y Ourense unidades de la serie 121, destinada en Galicia a cubrir las líneas de Avant, pero no es lo habitual. Fuentes sindicales indican que se usan cuando tienen que ir a Madrid a pasar inspecciones, aprovechando parte de su itinerario para cubrir otras líneas. Lo normal, por desgracia, es que se empleen las vetustas unidades de la serie 470. Tienen una antigüedad de entre 35 y 40 años, aproximadamente.
Los R-470 cumplen en su conducción por las características de la vía convencional, pero presentan deficiencias de confort que complican aún más la odisea de subirse al tren, como falta de enchufes, averías frecuentes en el aire o el baño o máquinas expendedoras fuera de servicio. Aunque funcionen no se pueden utilizar debido a las medidas anticovid, por lo que los pasajeros deben aguantarse si les entra la sed durante las dos horas que dura cada etapa del viaje.
Además, la falta de WiFi e incluso de cobertura en algunos tramos se hace notar en un largo trayecto donde la necesidad de entretenerse cobra importancia. Un periódico, un libro o incluso una serie se quedan cortos para distraerse mientras la mañana se va, muy lentamente, sobre raíles.
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