Cruzar la provincia en tren: misión imposible
El cierre de las pocas líneas regionales que unían Ourense con sus comarcas durante la pandemia ha dado la puntilla a los servicios en una provincia en la ya que es imposible usar el tren como transporte para ir a trabajar o a estudiar
Cruzar la provincia de Ourense en tren es hoy día una aventura, una extravagancia. Pero dentro de poco será ya imposible. Los servicios ferroviarios que unen Ourense con sus comarcas llevan sufriendo, uno tras otro, una sucesión de varapalos que han llegado a su punto crítico y tal vez irreversible ahora, con la excusa de la pandemia. Excusa, sí, porque mientras en otras regiones de España se han ido recuperando los servicios hasta su normalización e, incluso en Galicia, hay corredores que ya están igual que antes de la primera declaración del estado de alarma, aquí, muy al contrario, se han cercenado todavía más.
Renfe no apuesta por el transporte de proximidad y justifica los recortes en la baja ocupación de los trenes. Pero, previamente, se encarga de que esos trenes resulten inservibles. Hace treinta años, un vecino de O Carballiño tenía seis trenes diarios por sentido para desplazarse hasta Ourense y regresar en el día. Hoy, tiene uno para ir a Ourense, pero si del tren depende su movilidad, tendrá que hacer noche en la capital antes de volver a casa. Lo mismo sucede con Ribadavia, que en esa misma época, tenía siete trenes por sentido y ahora uno que también obliga a pernoctar a los ribadavienses en Ourense si quieren hacer ida y vuelta en el tren.
Servicio público
En esa misma época, había cuatro trenes diarios entre A Gudiña y Ourense, los mismos que ahora. Es la única villa que mantiene los servicios. Pero, a cambio, en ninguno se aplica la tarifa de obligación de servicio público que permite al usuario pagar un billete a precio de regional o media distancia en uno de los Alvia que paran allí camino de Madrid. En cambio, sí pueden hacerlo los vecinos de Sarria y Monforte con Lugo. Pero de esos cuatro trenes de hace 30 años, dos paraban en todas las estaciones intermedias: Taboadela, Paderne, Molgas, Vilar de Barrio, Laza, Campobecerros, Vilariño de Conso y Vilavella. Vecinos de cualquiera de esas poblaciones podían venir a trabajar a Ourense en tren, o al médico y volver por la tarde a casa. Ana Pastor cerró esa línea para los servicios de cercanías, con el argumento de que cada viajero le costaba al Estado 371 euros, una cuantía que jamás pudo demostrar.
En aquellos recortes de 2013 suprimió uno de los trenes entre Ourense y Vigo, a las 15.30 horas. Este facilitaba que vecinos de Ribadavia pudieran venir a trabajar, a estudiar o al médico a Ourense y regresar a la hora de comer. Vigo, la ciudad con la que siempre hubo la comunicación ferroviaria más fluida, se ha quedado aislada de Ourense por tren. El primero de la mañana (a precio de regional) sale a las 11:35 y el siguiente a las 21:25. Es lo que queda de los diez trenes diarios por sentido, los mismos que había a O Barco y A Rúa Valdeorras que también se han quedado reducidos a dos.
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