Vídeo | Recorrido por el interior de la guarida del depredador de O Couto

La Región ofrece un recorrido por el interior de la guarida en la que el depredador de O Couto abusó, presuntamente, de nueve niñas en Ourense

 

La Región adelantó la impactante noticia de la detención del depredador de O Couto, un joven de Ourense que presuntamente abusó sexualmente de hasta nueve niñas. El detenido abusaba presuntamente de las menores en esta casa deshabitada del barrio de O Couto.

Olor a infierno en la guarida del depredador de O Couto

Un colchón en el suelo, basura y maleza se acumulan en la casa en ruinas, al lado del campo de fútbol de O Couto que habría utilizado el detenido por delitos sexuales contra nueve menores de entre 13 y 15 años.

El infierno puede estar a cien metros de tu hogar. Abandonas la cívica acera, te adentras en un estrecho sendero de tierra, charcos y barro, y ya has llegado. Una casa en ruinas llena de basura y maleza, un olor nauseabundo que permanece pese al viento que sopla esta mañana de domingo en Ourense y un pitbull muy agresivo que aparece de repente y nos persigue hasta el fondo de la finca, donde no hay salida. La guarida del presunto depredador de O Couto, detenido el pasado jueves por delitos sexuales contra, al menos, nueve niñas de entre 13 y 15 años, parece salida de una pesadilla, de las que no se olvidan.

El miedo casi siempre te empuja a huir, pero aquí no hay escapatoria. Estamos encerrados en una casa abandonada con un perro de raza peligrosa apostado en la entrada. Tras varias incursiones caninas ladrando y enseñando los dientes, parece que se ha ido y decidimos explorar la vivienda. El tejado del edificio principal está medio derruido y apenas quedan puertas y ventanas. En el interior, cascotes, plásticos, trozos de teja y el grafiti de una calavera. Hasta la finca está vandalizada: colchones viejos y empapados de lluvia, sillas rotas boca abajo, bidones y bolsas salpican el terreno, donde antaño alguien cuidó de una huerta.

Colindantes con la casa, dos galpones de bloque y uralita acumulan los únicos vestigios de visitas humanas recientes. El primero está abierto a las inclemencias del tiempo y solo serviría de nido de ratas. El segundo, mucho más amplio, tiene en la entrada unos maderos y una manta vieja y roñosa colgada a modo de puerta. Tras ella, un espacio  repleto de inmundicia, donde llaman la atención un infecto colchón sobre el suelo, una manta marrón, una chimenea de ladrillo con restos de un fuego y dos sillas en pie. Sobre una de ellas, unos pantalones vaqueros tendidos a secar.

El depredador de O Couto "andaba con jovencitas"

A pocos metros de este escenario de cochambre vivía el detenido, Manuel L. F., de 21 años, junto a su madre, en la calle Carlos Maside. Allí los vecinos lo definen como un joven problemático y conflictivo, que le gritaba a su progenitora, rompía puertas, ponía música a todo volumen y “siempre andaba con jovencitas”. Pese a ello, pocos en el barrio se imaginaban, cuando llegó la policía el pasado jueves y se llevó a este veinteañero, que la acusación fuese por delitos continuados contra la libertad sexual de nueve niñas.

Una de las víctimas más jóvenes se atrevió el pasado martes, acompañada de sus padres, a denunciar los hechos. Fue entonces cuando el equipo de investigación de la Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer (UFAM) de la Policía Nacional de Ourense se puso en marcha. El arrestado, según las declaraciones obtenidas, se valía de este inmueble en ruinas para realizar prácticas sexuales con las menores, a las que coaccionaba con dar muerte a algún familiar y a las que habría llegado a mostrar una pistola y una navaja. Según los investigadores, las niñas acudían al detenido, que se autoproclamaba capo de la mafia CBK y brujo del amor, para que les ayudase a enamorar al chico que les gustaba.  El pago por estos servicios variaban desde tocamientos hasta felaciones o relaciones sexuales con penetración. Unos hechos delictivos que habrían comenzado antes del verano.

Nadie creería que si saltamos una verja de alambre y zarzas, situada al fondo de esta finca abandonada, y atravesamos un pequeño campo verde, de unos veinte pasos de ancho, llegaríamos al mismo campo de fútbol de O Couto, pero así es. Así fue nuestra huida del pitbull agresivo, una huida cobarde y por la puerta trasera, porque el infierno puede estar a solo cien metros de tu hogar.

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