Los vinos blancos restan terrenos y mercados a los tintos en Ourense

Vendimia de godello en Valdeorras.
photo_camera Vendimia de godello en Valdeorras.
La uva blanca copa ya el 93% de la producción de Ribeiro, el 80% en Valdeorras y el 73% en Monterrei; Ribeira Sacra es la excepción

La Organización Internacional de la Viña y el Vino ha elaborado un informe en el que señala una importante caída en la demanda de vino tinto en el mundo, lo que se ha traducido en la reducción de su producción en un 25% desde 2004, el año que alcanzó su cénit, hasta 2021. Este fenómeno, que se adelantó en países como Francia con una reducción en un 50% de la producción de vino tinto en dos décadas, está llegando también a la comunidad gallega. Las denominaciones ourensanas se preparan para afrontar una tendencia internacional que se basa, fundamentalmente, en el cambio de hábitos de consumo, con un público más joven que prefiere vinos sin crianza y blancos o rosados, pero también a las consecuencias de un cambio climático en el que los veranos se prolongan y los consumidores buscan vinos más frescos y con menor grado alcohólico.

¿Cómo afecta a Ourense?

De las cuatro denominaciones con viñedo en la provincia de Ourense en tres ya era mayoritaria la producción de vinos blancos: Ribeiro, con un 93% encabeza esa tendencia, a pesar de que históricamente fue una región vinícola famosa por sus tintos hasta hace poco más de un siglo. En Valdeorras, el tinto suponía el 70% de la producción hace poco más de cuatro décadas pero el dominio del godello se ha ido imponiendo hasta representar el 73% de la uva recogida en la pasada vendimia, con lo que, si añadimos el resto de las variedades blancas representan el 80% de los vinos que se elaboran en esta denominación. 

Monterrei sigue la misma tendencia, con un 73% de blanco sobre tinto. Pero la excepción es Ribeira Sacra, la única denominación de origen de Galicia en la que el dominio del tinto es abrumador, con un 88%. Antonio Lombardía, presidente del consejo regulador de Ribeira Sacra, reconoce que existe cierta preocupación por este fenómeno en una denominación tradicionalmente volcada a la producción de tinto. “El blanco representa el 12% de nuestra producción y se agota rápidamente, mientras que en tintos hay bodegas que registran stocks al final del año. No es un hecho muy acusado. Creo que se resolvería si el peso del blanco alcanzase el 20% y desde la denominación aconsejamos a las bodegas en ese sentido. Pero siendo conscientes de que esto puede ser una moda pasajera”. Una de las primeras bodegas en anticiparse a esta situación fue Rectoral de Amandi, que ha incorporado 13 hectáreas de godello a su viñedo en los últimos años y puso en el mercado al principio de esta década su primer vino blanco, Pasal de Esile. Antonio Muñoz, director técnico del grupo Bodegas Gallegas al que pertenece dicha bodega, reconoce que su vino estrella, Rectoral de Amandi, también se ha visto afectado por esa tendencia del mercado a preferir los vinos blancos. “Por primera vez, este año el vino de mesa blanco se ha vendido más caro que el tinto, lo que significa que es una situación que no solo afecta a los vinos con DO”, explica Muñoz.

En el viñedo ourensano las variedades blancas se imponen en las nuevas plantaciones. Monterrei es la DO que experimenta un mayor crecimiento de superficie cultivada. Hace una década el crecimiento por el interés de sus vinos tintos llegó a equilibrar en algunas bodegas el porcentaje de uvas blancas y tintas al 50% con gran éxito de crítica y público hasta el punto de que se conocía a esta DO como la Ribera del Duero gallega pero el peso del blanco terminó dominando en las nuevas plantaciones. 

Injertos

En Valdeorras se incorporan cada año alrededor de 50 a 80 hectáreas de godello. Santiago Pérez Espino, técnico del consejo regulador, señala que ello no ha supuesto un incremento de la superficie, sino una reestructuración que comenzó hace ya décadas con la sustitución de las variedades foráneas, como garnacha y palomino, por las autóctonas, especialmente godello. En este sentido, sustitución no siempre se realiza por replantación sino también por injerto, lo que permite no tener que esperar entre tres a cinco años de crecimiento de la nueva cepa para que esté en producción.  

¿Es un cambio de ciclo o una moda pasajera?

Cualquier cambio en el mercado es observado con lupa por los consejos reguladores y las grandes bodegas, siempre atentos a un hecho que todavía no está claro si se debe a una moda coyuntural o a una tendencia generalizada. En la Organización Internacional de la Viña y el Vino siguen este fenómeno con mucha atención y han detectado que en Europa, sobre todo en Alemania, Francia, Italia y España, ha descendido la demanda de vino tinto en las últimas dos décadas. Está por ver si este efecto es compartido en China, Estados Unidos, Rusia o Brasil, ya que el descenso en la producción de tintos en Europa se ha compensado con un incremento en el Hemisferio Sur, con Chile, Argentina y Sudáfrica a la cabeza. 

Te puede interesar