Raimundo (el caballo), Rebeca (la yegua), Rodolfo (el mulo) y Rafael (el perro) son la tropa que acompaña a Ángel Sánchez en su periplo por la Península Ibérica. Empezó en Cabo de Gata (Almería), haciendo el camino Mozárabe y terminará en su casa, en Figueres (Girona).
El hombre, que ahora pasa por Ourense, lleva unos 60 días de viaje y lo hace para celebrar su jubilación: “Todos los días son una fiesta”, asegura. “Llevo toda la vida siendo cocinero, era el dueño de un restaurante y lo vendí todo”. Ahora disfruta las vacaciones que más necesita: “Estoy conociendo muchísima gente y esa es la riqueza más grande que me llevo”.
Su amiga suiza, Florence Roust, que lo acompaña desde Montamarta (Zamora), dice que “en Galicia la gente es extraordinariamente amable”. Sánchez, opina lo mismo: “La gente se sorprende al vernos, pero positivamente. Sin ayuda no sería capaz de hacer este viaje y siempre se vuelcan conmigo y con los caballos. Están pendientes de lo que necesitemos”. La hospitalidad gallega le tocó el corazón: “Tengo anécdotas con personas que me han invitado a comer en su casa”. Por eso, está repitiendo destino: “Ya vine hace cinco años, pero en vacaciones, ahora vengo a disfrutarlo bien”, refiriéndose al Camino.
A partir de Santiago, Ángel y su cuadrilla de cuatro patas seguirán hasta Cataluña: “Iremos hacia Ferrol, Lugo y luego bajaremos por Ponferrada, Burgos y Logroño hasta llegar a mi casa en Figueres, en plena frontera con Francia”. Está orgulloso de su aventura: “Me he pasado muchos años trabajando en el restaurante, con mucho estrés, y ahora tengo la cabeza donde la tengo que tener, en su sitio”.
