La útil y curativa malva

Una bonita y colorida malva.
photo_camera Una bonita y colorida malva.
Muy difundida en toda el área mediterránea, crece en huertos, caminos, taludes...

La Malva sylvestris, malva común, malva dulce o malva lisa, es una planta herbácea, originaria de Europa y Asia, perteneciente a la familia de las Malváceas. Su nombre derivado del latín “malva”, “blando”, o del griego “malakos”, “emoliente”, revela sus propiedades calmantes. De hecho, desde la antigüedad ha sido usada en la medicina tradicional para curar, mediante aplicación externa, inflamaciones de la piel. El adjetivo “sylvestris” significa “selvático”. 

Esta especie, muy difundida en toda el área mediterránea, crece en huertos, bordes de caminos, taludes, escombreras y terrenos baldíos preferentemente nitrogenados. Sus raíces son largas y carnosas. Sus tallos, a veces algo leñosos en la base, son ramificados, de color verde claro y cubiertos de abundante pelusa. Las hojas, de color verde y también vellosas, tienen de 5 a 7 lóbulos poco marcados, ligeramente dentados, con largos peciolos. El característico color rosa-violeta claro de sus flores, con evidentes estrías más oscuras, ha dado lugar al conocido color malva. Florecen desde finales del invierno a octubre, siendo una excelente reserva de néctar para las abejas. El fruto es una cápsula redondeada y aplanada, que contienen las semillas. 

Hirviendo un par de cucharaditas de sus hojas y flores en agua se obtienen infusiones eficaces contra el estreñimiento, gracias a sus propiedades ligeramente laxativas y diuréticas. También para hacer gargarismos contra los accesos dentales e las irritaciones en la boca. Son igualmente eficaces contra los catarros y la tos, por sus efectos expectorantes. Es excelente para favorecer el sueño. Así un baño en agua, a la cual se añade previamente infusión de la planta, es muy relajante. Las decocciones de sus flores son eficaces para la conjuntivitis y las cataplasmas hechas con las raíces para los forúnculos. Éstas, desecadas, maceradas y reducidas a cenizas, eran usadas como dentífrico, pues combaten las caries. Las hojas, al igual que las del mentastro, calman el picor provocado por las “ortigas”, restregándolas en las zonas afectadas. 

Para todos estos usos conviene recoger sus hojas, raíces y flores, preferentemente en verano. Las raíces deben secarse al sol o en el horno, con calor moderado, y luego conservarlas en bolsas de papel. Las hojas, sin el peciolo, se deben secar a la sombra, y después guardarlas en saquitos. Las flores, desecadas también a la sombra, se conservan en frascos de vidrio. El uso de la malva no posee contraindicaciones.

El filósofo y matemático Pitágoras (c.569-475 a.C.) y el médico Hipócrates (c.460-377 a.C.) la usaban contra el estreñimiento. En la antigua Roma era un usual ingrediente culinario por su delicado sabor y por ser regulador del intestino. Era una de las preferidas del político y militar Catón el Viejo (234-149 a.C.) y se dice que Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), el mayor orador de la antigua Roma, comía considerables cantidades de brotes de malva. El filósofo y militar romano Plinio el Viejo (23-79) en su Historia naturalis la consideraba un afrodisiaco. El poeta hispano-romano Marco Valerio Marcial (c. 38 -104) la usaba en las comidas y tras las borracheras. Y el emperador Carlomagno (742-814) hizo obligatorio su cultivo en los jardines medicinales. 

En cocina las hojas y brotes jóvenes pueden ser consumidos en ensaladas, arroces y sopas. También en fritos o como guarnición, cocinados con aceite, limón y sal. También mezclados con otras hierbas silvestres comestibles. Las flores sirven además de adorno de diversos platos. En la posada de sora Elvia, en la región de las Marcas, las fuentes de pasta decoradas con flores de malva tenían una presencia espectacular. En cosmética, la malva, viene usada para preparar champús, jabones y cremas. Sus flores son símbolo de dulzura y amor. Mezcladas con aceite o harina de almendra, eran usadas para limpiar el cutis.

En estas tierras gallegas pude comprobar como sus hojas, cocidas con berzas, se daban como alimento a los cerdos. 

La malva es una planta denominada “heliotropo”, es decir, sus flores, al igual que el girasol, se mueven siguiendo los movimientos del sol.

La expresión popular “criar malvas”, que se refiere a estar muerto y enterrado, es debida a que esta planta crece en terrenos donde se acumulan restos orgánicos cuya descomposición producen abonos nitrogenados.

La malva silvestre se puede confundir con la Lavatera cretica o malva multiflora, pero esta tiene botones florales de mayor tamaño y el color de sus flores es más claro.

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