El Lactarius deliciosus, conocido en castellano con el nombre de mízcalo, níscalo, nízcalo, rebollón o robellón, es un hongo perteneciente a la familia de las Russuláceas.
Es facilmente identificable por su característico color naranja y por su látex también anaranjado. De aquí proviene su nombre genérico lactarius, porque mana leche de sus cortes. El epíteto deliciosus hace referencia a sus agradables propiedades gustativas.
Se caracteriza porque, cuando es joven, su sombrero es convexo semiesférico y enrollado por sus bordes, pudiendo alcanzar hasta los 16 centímetros de diámetro o en algunos casos hasta los 20 o más. A medida que envejece se extiende, deprimiéndose posteriormente hasta adquirir la forma de un embudo poco profundo. Es carnoso y de color anaranjado con vistosas manchas concéntricas perfectamente definidas de tonos rojizos que le confieren un aspecto característico, tornándose verdoso al envejecer. Su himeneo está formado por numerosas láminas finas, apretadas y decurrentes que se bifurcan cerca del pie, de una coloración que va del naranja claro al amarillo. Las esporas son de color canela. En un principio su pie es macizo, desnudo, relativamente corto, más o menos cilíndrico, un poco estrechado en la base y del mismo color que el sombrero aunque más pálido; posteriormente se va ahuecando. A veces presenta pequeñas cavidades de color naranja o rosa que se van volviendo verdes. Es muy común en Galicia, donde en otoño crece a la sombra de pinares o en bosques mixtos. Aquí se se le conoce con el nombre de fungo da muña, fungo dos piñeiros, lactouro, níscaro o pingadouro. El nombre de “fungo da muña” se debe a que lo podemos encontrar en suelos llenos de la hoja seca de los pinos, llamada “muña o isca”.
Es comestible y sabroso, siendo, por ello, muy apreciado en gastronomía, aunque su sabor puede variar según el terreno donde crece. Su mayor inconveniente es que acostumbra a tener parásitos. Su carne es compacta, de textura granulosa y de un color más pálido que el exterior, con un agradable olor afrutado. Si se come crudo es ligeramente amargo. Cuando se corta desprende un látex de color anaranjado o rojizo, que se oxida rapidamente adquiriendo un color verdoso. Esta misma tonalidad la pueden presentar los ejemplares viejos, los manipulados o aquellos que se han visto sometidos al efecto del frío o de la lluvia. De esta seta se suele comer solamente el sombrero, ya sea asado y aderezado con ajo y perejil u otras hierbas aromáticas, acompañando guisos de carne o en sopas o salsas.
Conviene limpiarle previamente la tierra que conlleva, con un paño húmedo. Asimismo puede conservarse deshidratado o en escabeche. Tras ser ingerido, la orina puede adquirir una coloración rojiza debida a uno de los colorantes que contiene. Constituyen un alimento nutritivo y bajo en calorías, con propiedades antioxidantes.
Es aconsejable recolectarlo cortando el pie con una navaja y depositarlo en cestas de mimbre a fin de que las esporas puedan caer al suelo para seguir propagando la especie. Esto no sucederá si se usan bolsas de plástico u otro tipo de contenedores cerrados. También se puede agitar suavemente a fin de que dichas esporas se difundan por el terreno.
A veces se confunden los níscalos con otras especies similares. Por ejemplo con Lactarius torminosus o falso níscalo, de color asalmonado, con los extremos del sombrero lanudo o desilachado y el látex más claro, que aun no siendo de una toxicidad grave es indigesto al consumo. También se suele confundir con Lactarius sanguifluus, de color más oscuro, comestible y considerado por algunos como el mejor de los níscalos, o con Lactarius semisanguifluus, cuyo latex es de un color rojizo vino, asemejando sangre. Entre otras muchas especies de este género detectadas en distintas zonas de la geografía gallega, algunos micólogos citan: Lactarius acerrimus, L. aurentiacus, L. camphoratus con un fuerte olor a achicoria, L. quieticolor, de color más apagado, L. chrysorrheus, L. controversus o níscalo de los chopos, L. lacunarum, L. mitissimus, L. piperatus o pimenteiro, L. quietus o leitarego, L. rufus, L. salmonicolor o carneira, L. subdulcis, L. turpi y L. vellereus.
Siempre es recomendable ser precavidos a la hora de recoger setas ya que “dun erro faise un enterro”.