La historia de Abbey Road por Mary McCartney: paredes que cantan

If These Walls could sing.
photo_camera If These Walls could sing.
Sobre el documental "If These Walls could sing"


El año pasado, si no recuerdo mal, con motivo del aniversario de los Record Plant Studios traje a estos “Papeles del Rock” un artículo muy similar a este sobre la historia de esos lugares tan cargados de historia como son los estudios de grabación, e hice referencia a lo que esas paredes, que han vivido tantos años de historia que podrían contar acerca de la trastienda de cómo se grabaron esos álbumes míticos que tantas veces hemos escuchado y que, tal vez, si esas paredes hablaran, nos contarían una historia muy distinta de la que habíamos imaginado acerca de esos discos.

Después de hacer su debut en el Festival de Cine de Telluride y preestrenada en un pase para prensa el pasado mes de septiembre en Londres, a mediados de diciembre nos llega a través de Disney Plus el documental “If These Walls Could Sing”, una historia de los legendarios Abbey Road Studios realizada y dirigida por Mary McCartney, hija de Paul y Linda McCartney, un sentimental pero al mismo objetivo y certero relato de Mary sobre un lugar que no solo fomentó el trabajo creativo de su padre, sino también de una innumerable relación de los artistas más talentosos de todo el mundo. Entre los que intervienen en “If These Walls Could Sing”, desde el propio Paul McCartney a John Williams, pasando por Ringo Starr, Celeste, Elton John, Giles Martin, Shirley Bassey, Liam Gallagher, Pink Floyd, Jimmy Page, Kate Bush o Noel Gallagher.

“If These Walls Could Sing” es una apasionada narración de la trayectoria del primer estudio de grabación especialmente diseñado como tal del mundo que abarca una historia de 91 años. Desde sus comienzos grabando a los grandes de la música clásica, hasta albergar a las “big bands” del jazz, presenciar el nacimiento del rock & roll británico, producir una serie prolífica de éxitos pop en la década de 1960 y registrar bandas sonoras de películas ganadoras de diferentes Oscars.

En palabras de la propia Mary McCartney sobre este trabajo, “he querido que sea más una experiencia emocional que un documental, contar una historia de sentimientos, vibraciones, momentos mágicos en lugar de hacer un mero recorrido histórico. No querría que se sintiera como una lección. Realmente espero que el espectador se enamore de él. Por supuesto, y esto se encargan de contarlo los propios protagonistas, hubo algunos momentos tensos, se habla de algunas diferencias creativas e incluso de cómo a veces fueron bastante traviesos en los estudios. Pero creo que en última instancia todavía existe un verdadero amor por ese lugar. Y me parece realmente interesante que la gente todavía se sienta de esa manera con respecto a un edificio”.

Cada turista que viaja a Londres no puede sustraerse de algunas fotografías tópicas y típicas: la foto con el Big Ben de fondo, Trafalgar Square, las pocas cabinas rojas de teléfono que todavía quedan en la capital y por supuesto –y a pesar de las quejas y los toques de claxon de los automovilistas hartos de tener que esperar a que se haga la foto de rigor- cruzar la calzada de Abbey road emulando la clásica foto de los Beatles para la portada del álbum del mismo nombre. Mary McCartney no tiene reserva alguna en reconocer que la inspiración inicial para este documental fue precisamente ese capricho turista. “Una fotografía de mi madre conduciendo nuestro pony Jet a través del paso de cebra de Abbey Road en 1977 despertó todos estos recuerdos nuevamente. Recorrer los estudios y ver a la gente reunirse en el cruce para tomarse fotos, gente que había hecho un viaje desde cualquier parte del mundo y que no podían pasar sin hacerse esa foto, me hizo darme cuenta de la importancia de Abbey Road. Hay algo realmente especial en este lugar; es mucho más que un edificio: es un santuario para pensadores creativos y un tesoro oculto rebosante de historias”.

Continúa Mary: “Siempre me han atraído los estudios, y cuando Abbey Road abrió sus archivos y pude acceder a esa enorme colección de imágenes fijas, cintas de sesiones y metraje, comenzó esta película. Cubriendo 90 años de grabaciones, me di cuenta de que nunca podría incluir todo. Abbey Road Studios ha sido parte de mi vida desde que tengo memoria. Crecí a la vuelta de la esquina y tengo recuerdos infantiles de ir a visitar a mis padres mientras estaban grabando. Los estudios se sentían como una familia. Las personas que trabajaban allí también habían crecido allí y esa familia también había producido la música que amaba; discos icónicos, originales y pioneros que me han inspirado y conmovido a mí y a millones de personas más”.

“Descubrí que cada artista abrazó el espacio, su personal, el equipo y todo lo que había allí a su manera, con conciencia de lo que había pasado allí antes y el deseo de ir más allá. Siempre había visto instrumentos tirados por los pasillos, y mi padre me contaba historias sobre cómo los Beatles sacaban cualquier cosa tirada por ahí para usarla en sus grabaciones, como el armario de efectos de sonido de comedia. Pero mirando la historia de Abbey Road en detalle, el efecto acumulativo del edificio del estudio en su historia musical fue asombroso. Abbey Road era un espacio que creía conocer, pero sigo descubriendo cosas nuevas cada vez que entro. Para mí, este proceso ha subrayado por qué los espacios creativos compartidos como Abbey Road Studios son importantes, muy importantes. Espero que esta película lleve ese mensaje” .

No cabe olvidar que Mary McCartney es también fotógrafa y ello le proporciona estéticamente un enfoque, un estilo y una personalidad al documental que afortunadamente, le distingue y le diferencia de los centenares de documentales mecánicos a base de planos de 15 segundos hechos con plantilla, que parecen guionizados más para YouTube o para un tráiler que para ser visionados como verdaderos documentos históricos. El regreso de la mayoría de los músicos entrevistados a ese espacio tan especial propició una atmósfera relajada, evocadora y emotiva que nos ofrece como resultado entrevistas íntimas y sinceras, que con toda seguridad no hubieran sido posibles en otro escenario.

La cinta ha sido producida por John Battsek, a la sazón productor de trabajos de la calidad de “One Day in September” y “Searching for Sugar Man”, Sarah Thompson y Miles Coleman. ¿Merece la pena su visionado? Por supuesto. Más allá del gran valor documental que posee y los testimonios de los excelentes músicos que aportan su vivencia, es una historia sincera, entrañable, divertida y que nos presenta esa “cara B” de los anales del rock’n’roll que de una forma o de otra, siempre nos gusta disfrutar. Regálensela esta ya inminente navidad…

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