Desde los comienzos de la iglesia como institución, era muy habitual honrar a los mártires celebrando el aniversario de su muerte. Durante la Gran Persecución, también llamada la Persecución de Diocleciano, que se inició en el año 303, el número de mártires fue tan grande que la Iglesia decidió nombrar un único día para honrarlos a todos.
Hay creencias que indican que el día fue elegido para sustituir una celebración germánica que tenía lugar el mismo día. Esta práctica era muy común, ya que, de esta forma, la Iglesia trataba de eliminar la celebración de fiestas paganas, al ser sustituidas por las propias.
Sin embargo, esta celebración no se llevó a cabo en esta fecha. Este día se conmemora desde el siglo IV, pero no fue hasta el IX, que se trasladó al 1 de noviembre. En el año 608, el emperador del Imperio Romano de Oriente, Focas, donó a la Iglesia el Templo del Panteón a papa Bonifacio IV, quien hizo que se convirtiera en iglesia y le dedicó el 13 de mayo de 610 bajo la advocación de Santa María la Rotonda. En el siglo IX el Papa Gregorio IV trasladó una gran cantidad de cuerpos de mártires desde las catacumbas hasta la iglesia del Panteón, volviendo a consagrar la iglesia el 1 de noviembre de 835 denominándola Santa María ad Martyres.
¿Cuál es la diferencia entre el Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos?
El próximo martes día 1 de noviembre, se celebrará el Día de Todos los Santos, y, a continuación, el día 2 se celebrará el Día de los Fieles Difuntos. A pesar de que estos dos días se celebran para conmemorar la memoria de nuestros fallecidos, estas dos celebraciones constan de sus diferencias. Por su parte, la celebración del Día de Todos los Santos consta de visitar las tumbas de nuestros fallecidos para honrar su memoria, llevando flores y velas.
El Día de los Fieles Difuntos, consiste también en rememorar a los seres queridos fallecidos, pero orando por ellos, para que encuentren un lugar mejor en la otra vida. En algunas variantes del cristianismo, estas oraciones servían también para lograr que las almas de los allegados fallecidos lograsen abandonar el Purgatorio.
