La Primula vulgaris o Primula acaulis, conocida en castellano como prímula o primavera y en gallego como cáncaro o panqueixo, es una planta herbácea perenne, de pequeño tamaño, originaria del oeste y sur europeo y perteneciente a la familia de las Primuláceas.
Su nombre genérico deriva del latín primus o primulus que significa “primero” en referencia a su floración precoz, ya que es la primera flor de la primavera. De hecho, aparece en el mes de febrero o incluso antes, cuando la naturaleza aún “duerme”, anunciando así la nueva estación del año. El adjetivo latino vulgaris significa “común”.
Posee una robusto rizoma del que parten raíces secundarias y del cual se desarrollan las hojas. Éstas, reunidas en una roseta basal, son oblongas, de aspecto rugoso y dentadas de modo irregular, de color verde amarillento, más pálidas y pilosas en la parte inferior. Sus flores, solitarias y sin olor, nacen del centro del abundante follaje basal y tienen cinco pétalos de color amarillo pálido con el centro más oscuro. El fruto es una cápsula elipsoidal que contiene numerosas semillas marrones. Es resistente a las bajas temperaturas, aunque no a las heladas. Crece espontáneamente en los bosques, fragas, prados, riberas de ríos, taludes y caminos de montaña de toda Galicia, en general en zonas frescas y sombrías.
Los tallos subterráneos, las hojas y las flores se pueden usar en infusiones o cocidas en casos de afecciones de las vías respiratorias, siendo un calmante adecuado para la tos, la bronquitis y la fiebre, o en aquellas alteraciones del sistema nervioso, como el insomnio y la ansiedad. También posee propiedades ligeramente diuréticas y laxantes. Es útil en tratamiento de cefaleas y dolores de origen traumático. En el campo de la cosmética se utilizan para embellecer la piel, volviéndola más tersa y atenuando manchas y arrugas.
Las hojas jóvenes pueden consumirse crudas en ensalada, aderezándolas con aceite, sal y queso rayado. También cocidas como si fuesen espinacas, o en sopas y menestras juntamente con otras verduras y trocitos de beicon o jamón. Las flores pueden añadirse a las ensaladas o para hacer tortilla. Confitadas son sabrosas. Con ellas se puede elaborar el “vino de primavera”, apreciado para la cura de la mala circulación sanguínea y las palpitaciones, macerando un puñado de flores en medio litro de vino blanco durante quince días y tomando unas cuatro cucharadas al día.
La familia de las Primuláceas es numerosa y presentan especies con flores de una variada y vistosa gama de colores, por lo cual son muy utilizadas en jardinería. En algunas regiones es una especie protegida.
Otra especie de este mismo género presente en Galicia es la Primula veris o Primula officinalis cuyas flores se presentan en grupos densos en el extremo de los pedúnculos, florecen más tarde y son algo colgantes y ligeramente perfumadas. Su color es amarillo intenso y con ellas, una vez secas, se hace un aromatico té. Además de utilizarse también con fines alimenticios, en algunas zonas se utilizan para preparar algunas bebidas o preparaciones como el “aceite de primavera”, eficaz contra reumas, torceduras, hinchazones y moratones, macerando un puñado de sus flores en medio litro de aceite de oliva, en un frasco de vidrio durante un mes, tras el cual se filtra y se conserva.
En el lenguaje de las flores las prímulas son el emblema de la primera juventud.