Los invitados al enlace de la instagramer viguesa y el empresario y aristócrata narran en tiempo real la fiesta que se vivió el sábado en el Pazo de Oca, en A Estrada
El Pazo de Oca, en A Estrada, acogió ayer por la tarde la "boda del año" en Galicia. Tras semanas de expectación, este sábado los protagonistas por fin se dieron el "sí, quiero". Y, si no, que se lo digan a la novia, la influencer viguesa Lucía Bárcena, a quien los nervios no la dejaron dormir la noche previa de su enlace con el empresario y aristócrata Marco Juncadella Hohenlohe. "Alguien nerviosa por aquí que no consigue dormir", publicó en redes sociales a las 6:47 de la mañana. En el pazo, una imponente edificación del siglo XVII, se juntó el glamour de los invitados, amigos y familiares entre los que se encuentran algunas de las influencers con más seguidores del país y también rostros de la nobleza.
Primero fueron las despedidas de soltero (tres, en el caso de la novia -una de ellas en la Ribeira Sacra-). Después, un fin de semana de preboda repleto de actividades con los invitados, pasando todos cada día su correspondiente PCR (el "palito", como ellos lo llaman). Una escapada a las Cíes, una carrera de karting, un torneo de golf y el viernes por la noche, un cóctel en el lujoso Gran Hotel La Toja, en el que estuvieron hospedados hasta este sábado 24 de julio, el gran día, organizado por cierto por la "weeding planner" viguesa "La petite Mafalda".
Con un espectacular vestido de Jorge Acuña, la novia llegó al Pazo acompañada de su padre, el prestigioso abogado Ramón Bárcena. Mientras que el novio, con un elegante traje de color azul marino, acompañado de una corbata, apareció junto a su madre, la princesa alemana Cristina de Hohenlohe. Así lo retrataron sus invitados en sus cuentas de Instagram, como María Pombo (con más de 2 millones de fans), su hermana Marta Pombo o María Fernández-Rubíes, que hicieron de fotógrafos improvisados.
Pablo Castellano, pareja de María Pombo, también inmortalizó momentos de la ceremonia al ser uno de los pocos privilegiados que pudo seguir el enlace desde dentro de la iglesia de San Antonio de Padua por culpa del aforo (el resto lo hizo sentado fuera). El empresario madrileño los retrató frente al altar. Además, a través de las grabaciones de los presentes, se supo que tampoco faltó la música en la romántica ceremonia. Estuvo a cargo de la cantante Lara Alcázar, que versionó el clásico Hallelujah de Leonard Cohen.
Una vez celebrado el oficio religioso, el declarado matrimonio salió junto de la mano por la puerta entre aplausos, gritos y el correspondiente lanzamiento de arroz. Entre los invitados, que les hicieron el clásico paseíllo para alcanzar el coche elegido para la ocasión, un imponente Porche negro, los novios no disimularon su enorme alegría y la felicidad del momento.
