La cadena de moda low-cost Shein ha causado controversia desde su fundación misma, por su concepto de ropa de consumo rápido, con precios muy baratos que acompañan a prendas de baja calidad, para usar y gastar en una temporada. La cadena acumula además constantes quejas por haber "fusilado" diseños de otras marcas, aunque todavía no se había tenido que enfrentar en los juzgados con otro gigante de la moda.
Hasta ahora. La multinacional sueca H&M ha confirmado en un tribunal de Hong Kong que irá adelante en la demanda por plagio que interpuso contra la compañía asiática, por haberle copiado presuntamente decenas de diseños, desde bañadores a suéteres.
Los representantes de Shein se sentarán en el banquillo de los acusados a partir del próximo 31 de julio, en un juicio que, disculpen el juego de palabras, traerá tela por sus implicaciones.
Y es que el modelo de negocio de Shein, basado en una agresiva política de ventas online, en la que se potencia la compra compulsiva y la cantidad sobre la calidad, ha supuesto un torpedo en la línea de flotación de muchas empresas de moda más tradicionales, que precisamente están revisando sus estrategias de márketing para tratar de potenciar la sostenibilidad, el menor derroche de materias primas y el respeto por los recursos naturales y el medio ambiente.
